Buscando…

Crítica de Alejandro Franco - Arlequin

Timur Bekmambetov está de regreso, y aunque sus últimos filmes no son lo que era antes, al menos como productor sigue haciendo ruido. Ahora ha reciclado el formato de Unfriended (que él mismo produjera en el 2015), convirtiéndolo en un thriller en vez de una filme de terror. Pero, aunque no haya monstruos ni fantasmas, Searching… es una película que igualmente te eriza los pelos de la nuca. Hay una cuestión de profunda empatía entre el drama que sufre John Cho – padre de una adolescente desaparecida – y el público, que se vuelve tan real como incómodo. El primer punto son los medios sociales, un hervidero de voces anónimas donde hay mas de un depredador disfrazado con la piel de cordero. Y está el segundo tema, la inquietante realidad de que nunca conocemos totalmente a nuestros hijos, quienes pueden llevar una vida totalmente diferente a la que imaginamos y en el mayor de los secretos. Cuando Cho descubre que su hija es una paria, una persona apática que no se da con nadie en la universidad y que, en el momento de la desaparición no sólo no hay un maldito amigo que sepa qué le estaba pasando sino que su computadora es un hervidero de sitios y redes sociales secretas, la tierra se abre y desaparece bajo los pies del protagonista. Es el abismo del desconocimiento, del no haber estado presente, de pensar lo peor porque su hija está tan plagada de secretos que resulta difícil pensar por donde comenzar… y fácil anticipar un final horrible.

El truco de Buscando… es que todo ocurre en la pantalla de una computadora (bah, en varias, sea de la madre, del padre o de la misma muchacha), ya sea explorando redes sociales, haciendo videochat, leyendo diarios on line, o conectándose a sitios y buscadores en busca de información. La visión limitada a la pantalla de la computadora debe ser frustrante en una sala de cine (todo se ve gigantesco), pero se ve genial en una TV o en una notebook donde se reproduzca la película, lo cual hace la experiencia tan inmersiva como claustrofóbica. Porque el maremagnum de ventanas y aplicaciones que inunda la pantalla tiene sus picos de saturación, ya sea el exceso de malas noticias o el descubrimiento de cosas inquietantes. Es una versión 2.0 del found footage, solo que pasamos a medios interactivos y, donde no llega la computadora, ponemos capturas de noticieros de TV o de cámaras de seguridad ubicadas en las oficinas de interrogatorio del cuartel de policía.

Margot Kim ha perdido a su madre a causa del Cáncer. Su padre David ha quedado a su cargo y, ahora que está en el secundario, es una adolescente mas, cortante, egoísta, enfrascada en sus cosas. Cuando quedan registradas varias llamadas perdidas de Margot en el celular y la computadora de David, el padre se desespera y empieza a averiguar el paradero de su hija. Los datos en su computadora son pocos, así que se apodera de la de Margot y empieza a rastrear… y no encuentra a nadie que se haya llevado bien con la chica. Es una solitaria con problemas de integración simplemente porque no ha podido resolver el duelo de su madre. Lo que encuentra son conocidos y compañeros de estudio, pero nadie que sea realmente su amigo. Una vana esperanza – que se haya ido de campamento para festejar el inminente final del año de estudios – se convierte en la peor de las pesadillas cuando los chicos regresan del campo y le dicen a David que Margot nunca fue. David acude a la policía y una veterana detective (Debra Messing) se hace cargo de la investigación. Pero hay signos desalentadores: Margot ha estado faltando a unas clases de piano, y ha juntado u$s 2.500 para algo que no sabemos. Y videos de vigilancia muestran que ha tomado la interestatal y se ha ido al campo. ¿Es una adolescente en fuga o existe una razón mucho mas oscura para la extraña conducta de la chica?.

Una de las mejores cosas del filme es John Cho. El tipo está siempre en pantalla y, aunque Cho es reconocido por ser un buen comediante, demuestra ser un estupendo actor dramático. Cho pasa por todos los estados, y la aflicción es contagiosa. Y cuando las malas noticias comienzan a aparecer, el derrumbe emocional de Cho te parte el alma. Es el sentimiento de culpa por el cual cree que se le escapó algo y no le prestó atención a su niña cuando mas lo precisaba. Y ahora está desaparecida y la sospecha de que haya pasado lo peor se hace cada vez mas probable.

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Pero Cho no sólo es un as en lo dramático; es también una fuerza de la naturaleza incansable, que busca en cada rincón de la laptop de su hija alguna migaja de esperanza, o al menos alguna pista que le permita dar con el culpable de su desaparición. Porque aparecen pruebas de que Margot no estaba sola al momento de huir y, cuando hayan su auto, hay restos de sangre. Si el daño está hecho, al menos dar con el criminal y vengarse. David no es el tipo mas equilibrado del mundo en estos momentos, pero tiene una determinación descomunal. Tratos raros en sitios web, redes sociales en las cuales estaba anotada Margot (y cuya existencia desconocía David), y la posibilidad casi cierta de un pervertido acosando en el anonimato pueden haber llevado al engaño y a la trampa. Pero todos los datos del misterio están ahí a la vista, y cuando David empieza a atar cabos, la desesperación del personaje te comienza a invadir. Es como cuando comenzás a devorar los últimos capítulos de una novela a las apuradas, porque ya no podés esperar mas y precisas ver la resolución ya.

No solo la puesta en escena es genial (y en los momentos apremiantes te pone al borde de la butaca), sino porque las perfomances son excelentes y el drama se ve real. Esto es algo que bien le podría pasar a usted o a mí. Ya no es como era antes, cuando los padres espiaban los diarios de sus hijos para ver en qué andaban; hoy las redes sociales son un muro impenetrable de claves de seguridad, creando un mundo oculto del cual ni los padres estamos enterados y en donde nos damos cuenta que nuestros hijos actúan de una manera completamente distinta a la que vemos todos los días. Y entre la incomodidad de semejante revelación y el horror que crece con la aparición de pistas perturbadoras, dando a entender que el cuerpo de Margot puede aparecer de un momento a otro, hace que Searching… sea un thriller supremo, en especial cuando John Cho se da maña para dar vuelta la tortilla. Ok, quizás el final sea demasiado correcto y suene algo artificial pero, francamente, es el único pero del filme (y por cierto uno muy menor). Una película súper recomendada y, desde ya un director (Aneesh Chaganty) con una carrera que vale la pena monitorear.