Buscando al huemul

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Cultura en peligro de extinción

Es claro el pretexto y el sentido simbólico de este documental para trazar un paralelismo entre un animal autóctono en peligro de extinción, el huemul, y una cultura aborigen con una ligazón sagrada con la naturaleza, también próxima a desaparecer y amenazada de manera constante por el cuestionable avance del progreso y su religioso capitalismo.

Buscando al huemul es un documental de observación que hace foco en la travesía o anhelo de dos hombres, Ladislao Orosco y Nazareno, para recuperar su identidad antes de que sea demasiado tarde. Por eso, encontrarse cara a cara con un ejemplar de esta especie diezmada por el hombre no es otra cosa que mirarse en un espejo y reconocer en ese reflejo tal vez los aspectos constitutivos o esenciales de una identidad, una cultura y una particular relación con la naturaleza y su entorno no contaminado por el progreso.

El camino ríspido entre las montañas, sin un rumbo definido y solamente trazado por la interpretación de rastros o huellas, marcan una trayectoria errante para estos buscadores pero también para el propio director Juan Diego Kantor, quien decide no sólo registrar ese devenir sino fluir en esa incerteza donde importa el proceso más que el resultado final.

Es loable el trabajo con la cámara para encontrar un equilibrio entre la distancia y el registro de la realidad sin otro filtro que el recorte de la subjetividad, en un paisaje donde la inmensidad reduce a la mínima expresión la presencia del hombre y parece estar atravesado por un tiempo que se detiene y no avanza.

Esa sensación de pérdida de rumbo se ve plasmada en la travesía para volverse en sí misma otra travesía menos visible y que obedece a la intimidad o a los aspectos internos de Ladislao y su fiel compañero de ruta. Elemento que se cristaliza pero a la vez fuga como esa huella que ya no se encuentra a pesar de haber estado allí, al igual que el huemul o la cultura mapuche en un tiempo donde el viento se sentía como una melodía de la montaña y no como el grito descarnado de aquello que tiende a extinguirse.