Buenos vecinos 2

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Es llamativo, quiere la casualidad que en la misma semana de la cartelera argentina se estrenen dos secuelas de comedias bastante populares. Por un lado, Buscando a Dory se destaca por explotar todas las vueltas de tuerca para narrar una nueva aventura, similar a la primera, pero con el agregado de más personajes y una gran originalidad en el tratamiento.
También se estrena Buenos Vecinos 2, secuela del éxito de 2014 que reunió a Seth Rogen, Rose Byrne y Zac Efron en una pelea vecinal y generacional. A diferencia del film de Disney/Pixar, acá pareciera que encontraron la fórmula para innovar.
El gancho es presentar un grupo nuevo de vecinos en uno de los bandos, mejor dicho, vecinas.
Mac y Kelly (Seth Rogen y Rose Byrne) pudieron desprenderse de la tumultuosa fraternidad del primer film, viven felices, ella queda nuevamente embarazada (vale aclarar que la actriz se encontraba en el mismo estado durante el rodaje) y deciden mudarse.
Justo cuando encuentran a los candidatos ideales para la venta, se enteran de una cláusula de prenda que permite al nuevo propietario poder rescindir el contrato de escritura dentro de los primeros 30 días si algo ocurre y la vivienda no es de su agrado.
Casualmente, la casa conexa, antes habitada por la fraternidad liderada por Teddy (Zac Efron), vuelve a ser habitada, esta vez por una hermandad de chicas “rebeldes” que buscan crear su propio grupo diferenciado para poder divertirse a lo grande. Para esto, adivinaron, contarán con el asesoramiento de Teddy.
Esto da pie a que la guerra entre el matrimonio y sus jóvenes y alocados vecinos vuelva a comenzar… exactamente igual a como ya lo vimos en el primer film.
A los dos guionistas de la primera entrega Andrew Jay Cohen y Brendan O’Brien esta vez se les suma el propio director que también repite Nicholas Stoller, el protagonista Seth Rogen, y el habitué a este tipo de comedias Evan Goldberg. Entre los cinco guionistas no tienen la claridad para otorgar material realmente nuevo.
Las chicas de la hermandad (atención, vamos a asistir a una clase explicativa sobre las diferencias entre una fraternidad y una hermandad), lideradas por Chloë Grace Moretz, planean todo tipo de diversión, son zafadas, guarras, irrespetuosas, y no quieren saber nada con el control del adulto.
Los adultos, a los que se suma la pareja amiga también embarazados, se debaten entre ver peligrar su armoniosa vida y recordar los tiempos en que ellos eran como las chicas de al lado.
Entre los dos se ponen trampas, tretas, se desafían, todo truncado por la graciosa torpeza de los personajes. O sea, todo lo que ya se hizo en el primer film.
Quien más sufre en medio de esta repetición a modo de loop, es Zac Efron, su personaje no haya lugar adecuado en el argumento, su incorporación se ve forzada, y hasta desaparece durante largos tramos del film (de una duración más bien corta) sin que se note demasiado su ausencia. La excusa de quedarse sin vivienda (el Pete de Dave Franco, ahora gay, hace una pequeña participación para este caso) y sin un futuro cierto no parece del todo suficiente ni bien explotada, ni siquiera el hecho de ubicarlo como una suerte de mercenario en esta simpática guerra parece alcanzar.
Rogen y Byrnes dependen de sí mismos, el guion les ofrece el miso material y los mismos remates, el talento para la comicidad de uno y otro, lograrán sacar alguna sonrisa. Nuevamente, varias vetas quedan sin explotar, el embarazo de Kelly pareciera ser una mera necesidad ante el embarazo de la actriz, ya que rara vez se recurre a ese hecho durante la película, es más, se la somete a determinadas pruebas físicas que hasta serían contradictorias.
Moretz debe repetir lo hecho por Efron en la entrega anterior, pero lo suyo tampoco es la comedia (viene demostrando ser una actriz no muy dúctil en varios géneros), sus gags son de argumentos, pero lucen forzados en la interpretación, y hasta la necesidad de ponerla como una outsider parece contraproducente con la belleza de la actriz.
Hay esporádicos momentos o escenas graciosas, algún acierto al reírse del cliché de los gustos para adolescentes, pero en su mayoría todo queda en algo que ya vimos (y hasta podríamos decir no solo en la primera parte de esta saga).
Abundan los chistes sexuales, sexistas, y la referencia cool a la marihuana, que en estos tiempos ya suenan bastante antiguos y reiterativos.
Buenos Vecinos 2 tiene momentos efectivos para los menos exigentes, pero no ofrece nada que no podamos hacer viendo otra vez desde nuestras casas la primera película. Quienes no estén en busca de algo refrescante quizás salgan satisfechos.