Boogeyman: tu miedo es real

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

Boogeyman: Tu Miedo es Real” trae consigo el desafío de otorgar una voz y una vida a una criatura de profusa identidad literaria. “El Coco” o “El Hombre de la Bolsa”, tales son sus nombres de referencia en español, titulan a una historia corta de Stephen King, publicada por primera vez en la edición de marzo de 1973 de la revista erótica “Cavalier” y luego recopilada en la colección antológica de cuentos “El Umbral de la Noche”. Medio siglo después, el escritor nativo de Maine continúa siendo uno de los preferidos para directores de terror y sci fi a la hora de llevar a la gran pantalla sus obras. Su conexión con el arte cinematográfica es profusa: “La Zona Muerta” (David Cronenberg, 1983) “Doctor Sueño (Mike Flanagan, 2019), “It” (Andy Muschietti, 2017), “Carrie” (Brian De Palma, 1976), “Misery” (Rob Reiner, 1990) y “El resplandor” (Stanley Kubrick, 1980), son algunas de las más logradas.

Dueño de un cuerpo de trabajo literario que al ser trasladado al cine ha producido resultados dispares, King no cesa en despertar interés inagotable.. Rob Savage, el novel director de “Host” (2020), se propone hacerle justicia, llevando a cabo una artesanal tarea tras de cámaras. Con intenciones de explorar un drama real como es el tema del duelo y las formas del lidiar con el dolor, ‘Boogeyman’ habita los oscuros rincones de la mente. La ausencia de luz reproduce el propio miedo, a medida que el film deja espacio para las analogías y la interpretación desde un perfilamiento netamente psicológico. Una atmósfera efectivamente lograda pone en marcha la idea de un ser aterrador que acecha a niños desobedientes, y cuya popularidad ha sido transmitida de generación en generación. La criatura, amenazante, aguarda en las sombras.

Savage lleva a cabo, de modo simplista, la decimotercera adaptación de una de las obras más leídas de King. Una familia comienza a experimentar fenómenos paranormales en su propia casa; la leyenda urbana ha cobrado vida por enésima ocasión. Una presencia tenebrosa, oscura y sombría añade temor instantáneo. La extraña entidad no tarda en ingresar a la casa; las muertes se acumulan. Los ojos brillantes de modo intenso agregan el toque y la dimensión sobrenatural como marca de autor. El rasguido de garras afiladas acaba consumando la acertada fórmula; una fuerza malévola porta el maleficio del cual es mejor deshacerse. El monstruo se alimenta de aquello no hablado.