Bloodshot

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

¿Cuántas veces vimos a Vin Diesel interpretar a un hombre sediento de venganza, que se muestra más por sus acciones que por sus palabras? Bloodshot es, en más de un sentido, más de ello, con el toque de ser la adaptación del cómic Valiant, y la apariencia de un filme cyberpunk.

Pero no es como RoboCop o El vengador del futuro, ambas de Paul Verhoeven, en las que la mutación del cuerpo era esencial para la trama.

Aquí, el actor que es Dominic Toretto en la saga de Rápidos y furiosos -no estrenó la novena que ya anunciaron habrá una décima el año que viene- y que alguna vez fue elegido por Steven Spielberg para ser uno de los que estaba Rescatando al soldado Ryan- es Ray, un combatiente de elite del ejército estadounidense. Un tipo que desoye mandatos, que tiene más cicatrices que dientes y que es recibido por su esposa -rubia, bonita, más joven, interpretada por Talulah Riley, de El origen- en la pista donde aterriza un avión, para ir en descapotable a un hotel en la costa amalfitana.

Pero ya se sabe: cuando el protagonista de un filme de acción va de la mano de su pareja, más temprano que tarde a ella van a secuestrarla, o lo que es peor, torturarla y/o matarla delante de los ojos inyectados en sangre de, en este caso, su marido.

Todo para que a él también le peguen un tiro. Bah, lo matan. Y como nadie reclama su cuerpo -Gina, recuerden, murió- es utilizado por una corporación para transformarlo en una máquina de matar invencible y casi casi inmortal.

En la sangre -de ahí el título original, que se mantuvo en nuestro país, le introducen unos “nanitos”, que hacen que los tejidos se recuperen de inmediato cuando recibe golpes o balazos.

Ray despierta sin tener memoria de nada, y el malo de Guy Pierce (Memento) le miente. Hay otros ex soldados -no hay afroamericanos ni asiáticos, pero sí una mujer, y de ascendencia latina (la mexicana Eiza González, de Baby Driver y de Hobbs & Shaw, spin-off de R&F) y unos secretos y vueltas de tuerca que no vamos a develar.

Lo único que diremos es que, como marcábamos al comienzo, el personaje de Diesel de repente recuerda que a su mujer la asesinaron, y se escapa de la corporación en Asia y aprende a pilotear un avión y descubrir dónde está el maldito que acabó con la vida de su amada.

Bloodshot no ofrece nada nuevo ni tampoco es la pretensión del director Dave Wilson, que proviene del mundo de los efectos visuales, más que nada en videogames y alguna película de Avengers y Star Wars. Entonces habrá escenas bien coreografiadas de acción, efectos, sí, pero no muy sorprendentes.

Y también se sabe que pocas cosas hay más cinematográficas que vidrios rotos. Y gotas de agua. Lo que asombra -un poco- es la escena en la que todo transcurre sobre harina, con luces rojos que le dan un aspecto de extrañeza a todo.

Los fans de Diesel la pasarán bomba, los de los filmes de acción saldrán satisfechos. De eso se trata esto.