Blondi

Crítica de Maximiliano Curcio - Revista Cultural Siete Artes

En coproducción con Amazon Studios, llega a nuestras salas locales el debut como realizadora de la actriz Dolores Fonzi. Una novela inspira la imagen de una madre y un hijo solos, dos pares imperfectos en medio de la caótica rutina de los días. Compartiendo labores de guion junto a Laura Paredes (actriz de “Trenque Lauquen”), Fonzi concreta, finalmente, un proyecto que data desde 2017.

Una mujer inmadura y fuera del sistema cría a su hijo adolescente, interpretado por el sorprendente Toto Rovito. En apariencia, parecen más dos room-mates que madre e hijo. Ella tiene 35, él 19. Podrían ser dos compinches y compañeros ideales de aventuras, acepción que no va en desmedro de los títulos de hijo y madre. No es intención del film subestimarlos. En la casa reina el desorden y la adultez brilla por su ausencia, porque los roles se construyen más allá de las etiquetas en esta disruptiva concepción de la convivencia. El registro de comedia funciona perfecto para describir a una peculiar y alocada tribu familiar a quienes se suma la deliciosa matriarca compuesta por Rita Cortese.

Sin temor a remover la resaca de las estructuras que pesan sobre la familia como institución, la intérprete, y ahora también directora, prefiere indagar en la posibilidad de roles horizontales. El tradicionalismo invertido expone problemas del hoy con los que podemos identificarnos. ¿Cómo el amor de madre no existe ningún otro? ¿Madre hay una sola? Mirko no llamá a su madre como cualquier hijo. No le dice ‘mamá’ ni delante de sus amigos, sino el apodo por el cual se la conoce. Y Blondi hace lo propio con Pepa, su progenitora. Y eso no las hace menos madres, ni menos hijos/hijas. En “Blondi” se cuestiona la maternidad a flor de piel, porque más allá del lazo de sangre no hay nada incuestionable per sé. Llegado el caso en que no se extrañe a los hijos, incluso a kilómetros de casa, puede que quizás no haya pasado suficiente tiempo. Y no hay un juicio de valor al respecto. Si hasta mamá gato podría abandonar a sus crías y dejarlas hambrientas. ¿Naturaleza? ¿Sabiduría?

Cansada de escuchar los mismos argumentos, sea oído mecánico o emotivo, la madre quinceañera prefiere encender otro porro y dar una profunda pitada. Viaja lejos y con auriculares. Se la pasa fumando durante toda la película, y algo de esa bocanada de aire fresco que se nos pega en la piel. Porque “Blondie” contagia y descontracturada; es una experiencia salvaje que respira libertad. Sin prejuicio alguno a la hora de visibilizar las dinámicas de las relaciones modernas ni golpes bajos al momento de la resolución de las mismas, el film presentado en el último Festival Bafici bordea la imperfección de las relaciones humanas. Un nuevo concepto de familia no teme hacerse preguntas incómodas. ¿Para qué cosa importante se necesita un padre? No se precisa respuesta, la pregunta es retórica. Desconocemos si alguna vez estuvo presente.

Con toques de road movie al comando de un viejo Renault 18, la propuesta adquiere mayor solidez al posicionarse como una íntima mirada hacia la soledad, la auto realización, los miedos, las inseguridades y la auténtica capacidad de dar y recibir amor, confianza y protección. Inteligentemente, la película sintoniza con el conflicto que plantea y con los cambios sociales de nuestro tiempo. El vaivén emocional se deposita en el centro del extraño corazón de una madre tan singular como todas las demás. Falible y vulnerable; zarpada y sin filtros. Una mujer que no está para dar el ejemplo ni lecciones moralizantes. Todo lo contrario, bajo las luces de la pista de baile aguarda el instante repentino para acometer la próxima de sus travesuras. ¿Cuál es el juicio externo que el espectador construye respecto a la protagonista? Es casi imposible no empatizar con ella…

Fonzi, como gran actriz, sabe extraer de sus pares grandes actuaciones. A los citados Rovito y Cortese se suman Carla Peterson y Leonardo Sbaraglia, en sendas encantadoras composiciones. El debut detrás de cámaras de la protagonista de los films “La Patota” (2015) y “Las Fiestas” (2023) le augura un promisorio futuro en dicha labor. La indiscutible sensibilidad y calidad en su mirada autoral reside, en parte, en la inventiva exhibida en el uso del lenguaje cinematográfico: hay una notable capacidad de observación y detalle en cada plano. “Blondi” destila una poesía que emana del ritmo de los mismos y del movimiento de la lente, como clara declaración estética. A lo largo de todo el metraje, nos cautiva el acompañamiento permanente de la música (suenan “Maria”, de Blondie y “Sunday Morning” y “All Tomorrow’s Parties”, de The Velvet Underground), en grato guiño de nostalgia hacia años pasados.