Biutiful

Crítica de Lucas Moreno - Bitácora de Vuelo

BEATIFULL

Soy Iñárritu, el apóstol del mundo. Vengo a traerles películas que reflejan la miserable realidad contemporánea.

Demostré que los perros regulan las relaciones humanas, que las emociones están en los tejidos orgánicos y que las balas recorren el planeta. Ahora voy a explicarles qué hay detrás la muerte.

Pero como el hombre se trasciende sólo en la época que le toca vivir, reflexionaré sobre la finitud resolviendo las problemáticas más concretas y urgentes de nuestro mundo globalizado. Porque necesito que tomemos conciencia sobre las injusticias de esta economía neoliberal y su sistema de explotación esclava.

Insistiré sobre el multiculturalismo. Usaré negritos y chinos para angustiar; los retrataré como inmigrantes indocumentados en Barcelona y expondré la miseria en la que viven.

Por si alguien me acusa de maniqueísta, mi protagonista será moralmente ambiguo y se atormentará por ello. Querrá reivindicarse pero todo le saldrá mal; lo someteré a un proceso implacable de degradación.

Quiero que éste sea mi protagonista más complejo, que tenga un conflicto no resuelto con su padre. Tanto enroscamiento emocional quedará en manos de algún actor superdotado, quizá Andy García o Javier Bardem. Lo enfermaré de cáncer de próstata, será exageradamente pobre, tendrá que mantener a dos hijos y su mujer prostituta se acostará con su hermano. Pero no es suficiente. Como ésta es una película sobre la muerte, haré que mi protagonista hable con los muertos.

Quiero intoxicar de muerte cada fotograma, que el espectador se sienta incómodo y que las imágenes sean insoportables. Contrataré a mi habitual director de fotografía, Rodrigo Prieto, porque nadie como él para que la pobreza luzca tan real e impecable. Usaré cámara en mano para dejar en claro la precariedad humana y le pediré a Santoalalla que haga la música, porque no debe haber en la actualidad compositor más básico y deprimente.

Y como ésta es una película desgarradora que explora temas complicadísimos, necesitaré, mínimo, dos horas y medias de duración. Así me garantizaré, con extensas secuencias líricas, que la pesadumbre y el agobio inunden los corazoncitos de todos y cada uno de mis espectadores.