Bienvenido a Alemania

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Chiste alemán actualizado
Es menos conflictiva y más amable de lo que aparentaba, pero con trasfondo de drama.

La inmigración y la suerte de los refugiados son temas recurrentes en el cine europeo, tratados en tono dramático o como en Bienvenido a Alemania, como comedia.

Una familia adinerada (él, Heiner Lautherbach, médico que se resiste a la jubilación; ella, Senta Berger, docente jubilada) decide albergar en su casa a un refugiado. “No es un refugio de mascotas”, les dicen cuando quieren hacer una suerte de casting con los posibles candidatos a albergar. El que se quedará con ellos es Diallo (Eric Kabobgo), un nigeriano todo corazón -como suele suceder en estas películas- que no habla con corrección el alemán, pero que a su manera integrará a los miembros de esa familia.

Que es variopinta, ya que cuenta con Sofie, que continúa estudiando distintas carreras universitarias, y no consigue pareja, y su hermano, divorciado con hijo, quien lo volverá loco a sus 12 años, con videos provocativos y que, en la escena más jocosa de esta exitosa comedia en su país de origen, no la pasa nada bien en un aeropuerto.

Tal vez el problema con Bienvenido a Alemania sea que tira demasiadas líneas argumentales y profundiza pocas. Diallo es observado y seguido hasta con drones por la policía, que lo considera un terrorista en potencia -otro ítem a observar-, está el desgaste de la pareja, el prejuicio generalizado por unos y por otros, los neonazis. En fin, que si fuera una miniserie no le faltarían subtramas.

Pero es una película, y la acumulación no siempre se lleva bien con el ritmo, de todas maneras, Bienvenido a Alemania es más que un chiste alemán.