Betibú

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Entretenida intriga en un country

Ana y Miguel Cohan, también director, escribieron en 2010 un buen relato de planteo ético, "Sin retorno", centrado en el peso de acusaciones falsas o merecidas, según se mire. Ahora escribieron, y él vuelve a dirigir, una interesante adaptación de la novela de Claudia Piñeiro "Betibú, donde tres investigadores buscan las verdaderas causas de una muerte y descubren, entre otras cosas, algunos planteos muy actuales sobre los alcances de la justicia sin testigos, sea por mano propia o por encargo. El relato sabe atrapar al espectador, lo obliga a estar atento, teclea sólo en el mismo lugar donde también lo hace la novela, y deja pensando.

La intriga empieza en un country. Tiempo atrás una de sus habitantes apareció muerta. Siempre se sospechó del marido. Ahora él aparece muerto. ¿Alguien se tomó venganza, se vengó de otro daño, o fue sólo torpeza de unos rateritos, como dice la versión oficial en trámite? La inspección periodística descubre un marco vacío. Acaso alguien se robó la foto. ¿Qué foto? ¿Cuándo? ¿Por qué? A partir de allí, más noticias de muertes dudosas, y, como pasa cada vez que la verdad está peligrosamente cerca, empezamos a temer por la suerte de los investigadores.

Hay un trío de investigadores, otro de amigas, otro de cómplices de ya sabremos quién. Y se repite tres veces el verbo de la canción de Benny Goodman que da comienzo al relato: "Sing, sing, sing". Y hay varias parejas de perros, entendido esto en un sentido amplio. Muy graciosas, las dos escenas con perros de veras, aunque acá hay menos humor que en la novela. Sólo unas rápidas pinceladas, como los guardias que de pronto quedan del lado de afuera de la barrera, o el comisario que saca de la biblioteca del muerto un libro a título de (imposible) regalo postmortem, y ahí nomás lo hace autografiar por su autora, que estaba "de visita".

Los diálogos, incluso, parecen menos agudos, pero tienen un elogiable manejo de la síntesis. Por ejemplo, el siguiente de apenas dos líneas. El tipo, directivo español que la va de langa: "¿Te acuerdas lo bien que lo pasábamos nosotros?". La mina, tras echarle brevemente una mirada de irónico desprecio: "¿Y cómo está tu mujer?" Suficiente para entender toda una historia entre ellos dos. Otras partes, en cambio, requieren mayor atención. Este es uno de esos policiales que después uno quiere rever en su casa, para apreciar mejor el entramado, o humillar a otro espectador que no terminó de entenderlo. Pero es bastante claro, y, dicho sea de paso, ya que estamos, también tiene que ver con los sentimientos de humillación y vanagloria.

Intérpretes principales, Mercedes Morán, Daniel Fanego, Alberto Ammann (años trabajando en España y todavía le asoma cada tanto el tonito cordobés). Soportes destacados, dentro de un largo elenco, Lito Cruz en plan de Malevo simpático, Osmar Núñez, José Coronado, y en especial Norman Briski, que desliza una curiosa sospecha: los descensos de River, Palmeiras e Independiente fueron provocados como parte de una operación inmobiliaria. Bueno, acá alguien tiene una hermosa oficina con vista al Monumental, pero no se distraiga el espectador con este dato. Productores principales, Haddock, Telefé, y la española Tornasol, el trío de "Las viudas de los jueves" (también sobre novela de Claudia Piñeiro), "Sin retorno", "Tesis sobre un homicidio".

Asunto lateral, pero regocijante para veteranos de la investigación periodística: la primacía de los archivos de papel, e incluso los de U-matic, sobre las informaciones bajadas de Internet, que pueden "reeditarse" fácilmente. Asunto mucho más lateral, en el que algunos pondrán un acento distractivo: la compra de una editorial de autoayuda por parte de un diario de capitales extranjeros. Intriga sin resolver ¿por qué ciertos personajes tienen apellidos tradicionales, como Chazarreta, Echagüe, Bengochea, Saravia, y hasta hay un establecimiento educativo Urquiza?