Beatles

Crítica de Javier Porta Fouz - La Nación

Diáfana recreación de la adolescencia nórdica

Basada en el best seller del noruego Lars Saabye Christensen, Beatles cuenta la historia de cuatro amigos en los 60. Salvando las enormes distancias, hay algo del espíritu de grupo de muchachos y de pensar en cómo es el mundo fuera de la ciudad natal que también estaban en Los inútiles, de Fellini. Pero aquí no son jóvenes adultos, sino casi niños, un cuarteto de adolescentes despertando al amor, al sexo, a los problemas del mundo con los Beatles como fondo y como modelo de fantasía, como aglutinante, como devoción compartida.

Son los años 60, y la película no evita unas cuantas superficialidades y obviedades sobre política, Vietnam y los Estados Unidos. Esas referencias podrían haber sido meramente otro fondo -como el de la bella Oslo-, si no fuera porque la película se siente estirada, y la marcha política sobre el final no sólo sobra, sino que está resuelta con torpeza en los movimientos, en los golpes, en la verosimilitud de las acciones.

Más allá de estas intromisiones y de algún exceso de conflicto en las relaciones entre el protagonista y la chica y de alguna represalia extemporánea de marido engañado (el montaje en paralelo con una situación feliz corta el clima), Beatles es diáfana y encantadora cuando se enfoca en la historia de amor entre Kim y Cecilie (la esplendorosa Susanne Boucher), en el encanto del amable verano nórdico, en las chicas hermosas -hay casi un muestrario de narices asombrosamente bellas- vestidas de la época, cuando deja fluir los discos, las canciones de los Fab Four, cuando encuentra el track de la historia de la amistad y el apasionamiento adolescente.

Con mayor concisión y menor deriva, con más libertad pop y menos contexto puesto de forma tosca (el supermercado), Beatles podría haberse parecido más a otra historia adolescente nórdica: Fucking Amal (aquí llamada Descubriendo el amor), de Lukas Moodysson, una película que aprovechaba cada uno de los elementos de los que disponía con una emoción a la que Beatles -más rica en recursos, canciones, número de personajes y diseño de producción- sólo llega intermitentemente.