Battleship: Batalla naval

Crítica de Ramiro Ortiz - La Voz del Interior

Tsunami de acción con extraterrestres

"Batalla Naval", basado en el popular juego de guerra, ofrece buenos momentos de acción, aunque también mucho de sensiblería política norteamericana. Plantea una guerra de la humanidad con una civilización avanzada.

Nueva sociedad entre la industria del cine norteamericano y la compañía de juegos y juguetes, también de esa nacionalidad, Hasbro. Si recientemente estas dos empresas dieron éxito a la saga de películas de los Transformers, en esta ocasión es el turno de Batalla naval, una película en donde la marca en el orillo se ve claramente.

Primer descubrimiento, encontrar que la mundialmente famosa Batalla naval se jugaba ya en 1931, tomando como referencia la Primera Guerra Mundial y usando lápiz y papel. En el presente, los barcos se convirtieron en pequeños barrios tecnológicos surcando el mar, generalmente enfrentados a otras embarcaciones de similar poder bélico.

Pero la imaginación de los artistas va un poco más allá y, tomando como base lo que ocurre en el videogame, plantea en esta película una invasión mundial por vía marítima que enfrenta básicamente a un destructor norteamericano, en contra de una flota de extraterrestres venidos desde otro sistema solar a apoderarse de las posesiones de la raza humana.

Si bien la película tiene una hora y pico de buena acción, y a figuras como la cantante negra Rihanna haciendo su debut cinematográfico, pueden jugarle en contra algunos puntos endebles. Por ejemplo, el tener una introducción demasiado larga, donde se dan más vueltas de las estrictamente necesarias para desplegar a los personajes sobre el tablero y de a ratos hasta queda de lado el contenido de ciencia ficción de la historia.

Asimismo, Batalla naval muestra una sensiblería política que ya quedó perimida en el cine norteamericano. El patriotismo norteamericano expresado de manera burda, casi como si se buscara captar reclutas inmediatos entre los espectadores, se entremezcla en esta oportunidad con una extraña manipulación de los sentimientos de los espectadores, consistente en convertir a un soldado sin piernas rescatado de un hospital militar, en uno de los héroes de la Batalla naval.

En fin, la película propone un entretenimiento aceptable, pero para observar con las antenas paradas, porque sus segundas intenciones están ahí demasiado al acecho.