Ausente

Crítica de Claudio D. Minghetti - La Nación

Historia inquietante, ensamble de suspenso, amor y tragedia

Martín (Javier De Pietro) tiene dieciséis años y es alumno de un colegio secundario. Durante la clase de natación, observa con particular atención a Sebastián (Carlos Echevarria), su profesor, no se sabe en principio porqué. Hay en su mirada algo de lascivia. Al rato, dice que algo le lastima el ojo y pide ayuda. El docente le ofrece llevarlo en su automóvil hasta un hospital. Una serie de obstáculos que aparecen uno tras otro en el relato del joven le impedirían regresar a su casa y fuerzan a Sebastián a invitarlo a la suya. Aquello que se mostraba sugerente se explicita. Nada será igual desde entonces para ninguno de los dos. La mínima exposición y la mentira empiezan a hacer ruido. La situación se va definiendo, se tensa. Uno, esquivo; el otro, decidido; hasta que un simple hecho, un golpe y la reacción, cambian la perspectiva del relato que pasa de encuadrar al alumno a seguir definitivamente al docente. El título del relato deviene, valga la paradoja, presencia.

Marco Berger, con su anterior Plan B había demostrado ser un cineasta debutante prometedor, capaz de encuadrar la homosexualidad desde un ángulo diferente, aquí va por más, confirmando su talento para contar historias, en este caso una que se presenta como thriller y deviene en drama terminal de amor. No hay excesos en la exposición ni de dichos ni de hechos, solo un juego de miradas, unas pocas idas y venidas que son suficientes como para inquietar primero por la duda y angustiar una vez pasada la primera hora de relato, lo suficiente como para aferrar al espectador a acompañar a uno y otro personaje hasta el final. Para Sebastián, la ausencia de Martín que vuelve fantasmal, presente al fin, es la revelación de algo, una verdad que le cuesta reconocer, una culpa que no parece poder eludir.

Más allá de los aciertos de Berger, hay además buenos trabajos, no obstante es el de Echevarría el que tiene mayor peso, en especial cuando el relato lo pone en primerísimo plano, una composición que incluso logra superar a la de De Pietro como el alumno ambiguo que acaba de descubrir quién es y lleva su pasión hasta las últimas consecuencias y pone en jaque las convicciones de maestro aparentemente seguro de sí mismo.

La acertada descripción y participación de los personajes femeninos (el deAntonella Costa como la novia de Sebastián y Constanza Boquet como la que parece ser de Martín) completan el elenco de una película de cámara que básicamente inquieta y no descuida los detalles, en especial su ritmo, un tiempo por momentos casi real que permite compactar unos pocos días angustiantes en un hora y media que estremece. Berger madura en todo sentido (en lo que cuenta y en cómo lo hace), un buen signo para los tiempos que corren.