Aterrados

Crítica de Ezequiel Boetti - Otros Cines

La normalidad se ha ido del barrio del conurbano bonaerense donde transcurre Aterrados: una joven autodestruye su cabeza contra las paredes de la bañera; el cadáver de un chico no parece precisamente muerto; las cosas se mueven solas y las casas emiten sonidos misteriosos.

Así se plantean las cosas en el inicio del nuevo largometraje de Demián Rugna. El veterano de mil batallas en el terreno de los sustos y las vísceras deja atrás la autoconciencia de ¡Malditos sean!(2011) y No sabés con quién estás hablando (2016) para despacharse con este thriller psicológico -o de terror paranormal- centrado en el intento de descubrir la entidad maléfica detrás de esos hechos.

Los responsables del hallazgo serán una dupla de policías, una doctora especialista en actividades paranormales y su asistente, quienes montarán una suerte de laboratorio en las tres casas sospechosas.

Aterrados es una de esas películas que tarda sus buenos minutos en armarse, pero que cuando finalmente lo hace no para. La segunda mitad deja atrás los golpes de efecto gratuitos para abrazar una construcción climática centrada en el enrarecimiento de lo cotidiano, llegando a un desenlace donde la locura explota como pocas veces en el cine de terror argentino.