Atentado en Paris

Crítica de Rodrigo Seijas - Fancinema

CON SOLO UNA IDEA NO ALCANZA

La historia alrededor de Atentado en París no deja de ser curiosa e interesante, porque muestra ciertas formas en que accionan los estudios cinematográficos frente a las contingencias políticas: aprovechando su título original (Bastille Day), el film se estrenó un día antes del Día de la Bastilla, que fue precisamente el día en que ocurrió el atentado en Niza, en el que un hombre arrolló con un camión a un enorme grupo de personas que asistían a las celebraciones. Frente a eso, StudioCanal, que distribuía el film, mantuvo el lanzamiento pero decidió retirar todo el material publicitario digital y aunque no retiró los afiches en las salas, dejó a criterio de las cadenas de cines el retirarlos o no. ¿Decisión de tinte moral o mero cálculo para no quedar mal con nadie? Difícil saber.

Lo que no es difícil saber es que Atentado en París es una película floja. Y lo es a pesar de tener a un director y coguionista como James Watkins, que había mostrado rasgos interesantes en cuanto al manejo de la tensión y el suspenso en La dama de negro y Eden Lake; y a un protagonista como Idris Elba, alguien capacitado para manejar diversos registros, como ya demostró en las series The wire y Luther, o en films como Beasts of no nation o Titanes del Pacífico. Y también lo es a pesar de tener una premisa ligeramente atractiva, con un relato centrado en un ladrón callejero (Richard Madden) que se ve inculpado falsamente de un atentado terrorista en París y a quien sólo le cree un agente de la CIA (Elba), que se va dando cuenta que el pobre ladrón es un mero peón dentro de una serie de maniobras para generar caos en la ciudad durante el Día de la Bastilla. Hay allí un germen potente referido a los usos y abusos del concepto de terrorismo, su vínculo con lo mediático y cómo su concepción puede servir a actores institucionales con agendas muy particulares.

Pero esa idea, esa semilla que podía ser el inicio de una narración repleta de mascaradas, superficies y climas paranoicos en el siempre atractivo contexto urbano parisino, pronto se desinfla. No hay nervio en la acción, sino rutina, con la excepción de una persecución por los techos de París. Tampoco hay personajes sólidos, sino estereotipos explicándose continuamente en sus características y acciones. Casi desde el comienzo el film entra en el territorio de lo anodino, los guiños más elementales y los giros supuestamente sorpresivos que en verdad son extremadamente previsibles.

Atentado en París era un film con potencial, o más bien potencialidades, pero enseguida cae en todos los lugares comunes, condenado a la mera repetición de lo ya visto. Para una película sobre el terrorismo, la manipulación a través de las redes sociales y sus implicancias político-económicas, va demasiado a lo seguro, con lo que termina aburriendo.