Atentado en Paris

Crítica de Pablo O. Scholz - Clarín

Acción, humor y cero hipocresía

Entretenimiento puro, es como una gran persecución continua por la Ciudad Luz, con un gran Idris Elba.

Desde la caída de las Torres Gemelas el terrorismo asolando ciudades es como un imán para guionistas y productores. Atentado en París le suma que los protagonistas son estadounidenses (un carterista -el escocés Richard Madden, el Príncipe de La Cenicienta y Robb Stark en Game of Thrones), un agente de la CIA -el londinense Idris Elba-), que por supuesto se las arreglarán como pareja despareja e indeseada para salvar al mundo, o al menos a la Ciudad Luz.

Están metidos a la fuerza en un país extranjero. Pero Atentado en París es menos hipócrita que Missing, de Costa Gavras, donde lo central no era la dictadura de Pinochet, sino el derrotero de los estadounidenses en Chile.

Como esto es entretenimiento, el filme tiene acción, es como una gran persecución continua por las calles de París –no siempre la más turística, vale la acotación- con toques de humor, que no llegan a parodiar al género.

Michael Mason es un ladrón, que ve una oportunidad al robarle un bolso a una joven (la canadiense Charlotte LeBon: no hay ni un personaje que utilice su nacionalidad), lo que no sabe es que allí, en un oso de peluche, se esconde una bomba, y cuando él descarta la bolsa, el artefacto explota, causa cuatro muertos y se desencadena el caos.

La chica es una anarquista engañada por amor, el carterista es más bueno que Rin Tin Tin y el agente de la CIA un topoderoso. La película tira y emboca unos cuantas patadas a los políticos y la policía francesa, lo cual está bárbaro, pero habría que ver qué pasaría si el agente fuera francés y denunciara lo mismo en los Estados Unidos. O sea.

Pero en el Haber se destaca la labor de James Watkins, el director inglés que conmovió con Eden Lake, con Kely Reilly (aquí es Karen, agente de la CIA) y ratificó sus quilates con La mujer de negro, con Daniel Radcliffe).

Y lo cierto es que sin Idris Elba, que ya fue Mandela y hay quienes insisten en que podría ser el nuevo James Bond de la diversidad racial, todo podría ser aburrido. Tiene más carisma que el pelado Jason Statham y puede recitar mejor los diálogos que él y que unos cuantos héroes de acción.

Richard Madden tiene un papel muy lineal, sin aristas, el del muchacho bueno aunque ladrón, que quiere sacar ventajas de todo lo que pueda.

En fin, como esta película.