Ataque a la Casa Blanca

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Nadie va a discutirle pergaminos a Antoine Fuqua. Es un gran director y sabe como hacer buenos productos de acción. Entendiendo esa premisa, hay que entender este nuevo opus, “Olympus has fallen” sólo como un intento de género clásico, donde el marco político que se presenta como trasfondo, sirve apenas para acompañar la propuesta y no hay que tomárselo demasiado en serio. ¿Por qué decimos esto?
"Ataque a la Casa Blanca" es discutida por la situación que presenta (sí, está bien, esto es cine pero...): un grupo terrorista norcoreano toma la Casa Blanca, secuestra al Presidente y pone a América, prácticamente de rodillas. No es que Estados Unidos no haya sufrido atentados violentos y sangrientos en estos últimos trece años, sí, que justamente ha extremado precauciones para que los mismos sean fácilmente controlables.
Así que despejemos cierto aire de “credibilidad” de la situación, dejemos de lado el costado patriótico exacerbado que nos propone, y evaluemos su impacto como un simple ejercicio de aventuras con balas, explosiones y muertes a granel. Tenemos a un custodio presidencial venido a menos, Mike Banning (Gerard Butler), quien fue separado de su trabajo por no haber podido salvar a la esposa del primer mandatario (Ashley Rudd), en un accidente en las afueras de Camp Davis, en una fría noche de invierno. Al hombre más importante de los EEUU, (jugado por Aaron Eckhart) ver a Mike le trae malos recuerdos y prefiere que haga un trabajo de escritorio, lejos de su presencia.
La tensión en la península coreana es alta, una delegación del sur viene a una audiencia presidencial a la Casa Blanca y resulta que, tal encuentro era sólo una fachada, Kang (Rick Yune) el villano oriental (jefe de la custodia del mandatario), tiene claro lo que quiere: la máxima potencia del mundo deberá desarmarse y ponerse a sus pies. Para eso, tiene en su poder al presidente, al vice y a varios secretarios de Estado. Mike siente los primeros escarceos (trabaja cerca) y sin dudar va hacia la White House a auxiliar y acompañar a sus ex compañeros, pero pronto descubre que el plan es bastante macabro y solo él, logra sobrevivir de una masacre en el jardín mismo del lugar, transformándose en la única esperanza para recobrar el control de la situación.
O sea, Mike versus los terroristas, solo… simplificando… “Duro de matar en la Casa Blanca”. Fucqua no se cuestiona cuanta violencia presentar: usa todos sus recursos y no se guarda nada. Es un escenario de destrucción y con la entrada, como souvenir, deberían darnos un chaleco de balas.
El guión no tiene demasiadas luces, apela siempre al abnegado valor supremo de defender la nación (americana) e intenta ser verosímil como puede, potenciando el arsenal tecnológico que se pondría en juego en esa situación. Pero cuanto menos, es desparejo y no logra transmitir tensión (ya sabemos, Bruce Willis hay uno solo). Si te gustan los productos de acción de alto impacto, seguramente tenés que verla. En cambio, si preferís thrillers más elaborados conceptualmente y con sustento, quizás este rescate no sea todo lo que vos esperás.