Asesinos de Elite

Crítica de Migue Fernández - Cinescondite

Hay algo engañoso en la campaña de marketing de Killer Elite, porque el film que uno encuentra en la pantalla no es el que uno esperaba ver. En los trailers que se difundieron hubo un gran empeño, algo que sólo se puede apreciar una vez vista la película, en pintar una suerte de duelo entre tres agentes de operaciones especiales y nada más. Los eventos, como bien señala la placa inaugural, transcurren en 1980, algo que no se manifestaba de ninguna forma en la previa. Por otro lado Robert De Niro tiene un rol sustancialmente menor al que aparentaba y, para crear una sensación de gran protagonismo que no es tal, básicamente se utilizaron todas sus escenas en los avances, avances que no contenían un solo fotograma de Dominic Purcell quien, a decir verdad, es uno de los tres personajes con mayor cantidad de líneas y tiempo en pantalla. Es que, a pesar de que la década del 2000 ha sido olvidable por sus papeles, el actor sigue siendo garantía de "prestigio" para una realización.

La Asesinos de Elite que se promete se toma un largo tiempo en hacerse presente. Jason Statham, el último gran héroe de acción, es Danny, un mercenario que se retira en la primera escena y vuelve al ruedo en la segunda para rescatar a su mentor. Para salvarlo tiene que matar a quienes asesinaron a los hijos del jeque árabe que secuestró a su amigo, con la modalidad del Arthur Bishop de The Mechanic: que parezca un accidente. Planificar, poner en marcha, ejecutar, el film de Gary McKendry, quizás por respetar el "basado en una historia real" se pasa de lineal y repetitivo. Killer Elite produce la sensación de un videojuego en ese sentido, con misiones que se deben sortear en la mejor forma posible y, sólo si la anterior es superada de manera adecuada, se puede pasar a la siguiente.

Es, a pesar de lo arriba mencionado, una película disfrutable dentro del género, sostenida con buenas dosis de acción, logradas interpretaciones de sus protagonistas (incluyendo a Dominic Purcell, que se roba cada una de sus escenas con sus espesos mostachos) y una producción que sigue al equipo por todo el mundo (con el apreciable tipeo de la ciudad y el país). Tiene además ese encanto que comparte con todas las películas que muestran las calles inglesas de los '80, con construcciones bajas, mucho ladrillo y algunos skinheads al estilo This is England.

Killer Elite no es una película original ni un hallazgo, de hecho muchos elementos pueden ser rastreados en otras producciones. Hay incluso ciertas escenas manejadas con torpeza (lo del neumático desinflado de la novia de la primera víctima, por ejemplo) y otras, como los flashbacks recurrentes de Danny, que parecen de manual. Es, no obstante, un buen entretenimiento que no se hace pesado, a pesar de que en ciertos pasajes de sus casi dos horas de duración gira mucho en círculos. Por último es otra oportunidad de ver a Clive Owen como un agente internacional, un tipo de papel que le sienta bien, y a Robert De Niro con un mejor rostro, como ocurría con Limitless, lejos de las erecciones de Los Pequeños Fockers.