Ártico

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

En busca del thriller minimalista

Imaginen una mixtura entre la puesta en escena urgente de El asaltante, de Pablo Fendrik; y el minimalismo descriptivo del cine de Lisandro Alonso (La libertad y Los muertos) y tendrán una idea (sólo aproximada) de por dónde transita este tercer largometraje de Loza.

Artico -rodada casi sin presupuesto, en pocos días, con un solo personaje central, con un equipo mínimo y con una cámara digital en mano- narra un día en la vida de un hombre (Pablo Seijo) al que, intuimos, le han secuestrado a su esposa en Entre Ríos y debe seguir vía celular hacia y desde las islas del Paraná siguiendo las indicaciones de los captores para poder entregar el dinero.

Pero, si bien esta trama puede remitir al thriller tradicional, su apuesta es decididamente anticonvencional: construida sin recurrir a la tensión, el suspenso o al golpe de efecto, apuesta -en cambio- por los tiempos muertos y por una mirada casi documental sobre el entorno, mientras escatima u omite datos clave a la hora de que el espectador pueda sumergirse en los detalles policiales del caso.

La película -precaria y rigurosa a la vez- resulta un ejercicio de estilo interesante en su propuesta aunque menor en sus alcances. Se trata -como el propio director de Extraño, Cuatro mujeres descalzas, Rosa Patria y La invención de la carne lo admitió- de un trabajo de transición, pero no por eso menos atendible.

(Esta reseña se publicó durante el Festival de Mar del Plata 2008)