Arrebato (1980)

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Y siguen llegando títulos con mucho retraso a nuestra cartelera, como hace un mes atrás sucedía con dos films argentinos (El color de los sentidos y T.Ves?) en la misma semana que tuvieron que esperar 10 años en gateras para encontrar su estreno, ahora hay otro que los supera ampliamente, un film español, Arrebato, que data de 1979, y esta semana verá la luz en el recientemente reinaugurado BAMA Cine Arte.
¿Pero qué es lo que llevó a ese prolongado retraso en Arrebato?¿Qué es lo que hizo que, durante años se lo considerase un film de culto? Eso es algo que sólo puede explicárselo viéndolo. Aún en su propio país, el film está envuelto en un halo de misterio incluso habiéndose estrenado.
Su primer edición de más de tres horas nunca vio la luz, en varios países, como el nuestro, fue prohibida (recuerden que todavía regía algo llamado Dictadura Militar), y en donde se estrenó fue incomprendida. Como suele suceder con este tipo de films, pasó rápidamente a algo así como un circuito clandestino, se convirtió en objeto de culto, y se habló y se comentó más de ella que lo que se la vio. Entonces...
¿Qué es Arrebato?, otra pregunta difícil.
Su argumento sería este, José (Eusebio Poncela, jovensísimo claro) es un director de cine que va por su segunda película, lo aquejan todo tipo de tribulaciones artísticas y existenciales, hay una sombra sobre él, y aún le espera más. Terminado su segundo ópus, se encuentra en su hogar con Ana (Cecilia Roth, en su etapa de exilio español, la de los primeros films de Almodóvar), un antiguo amor y protagonista de su primer film, y esta actúa erráticamente, como si el tiempo se hubiese quedado estancado.
También se encuentra con un objeto, una encomienda y una carta de un amigo, también del pasado, Pedro (Will More) un cineasta que estaba dando sus primeros pasos, y que ahora reaparece para contarle los extraños hechos que le ocurrieron durante todo este tiempo. José se va perdiendo cada vez, abandona el plano de lo racional y ya no se sabe qué es lo que sucede a ciencia cierta, qué es realidad y que ocurre en su pútrida mente a base de sexo y drogas.
Tal vez muchos lo esten pensando, estamos frente a film lynchiano, antes del auge de David Lynch, algo muy al estilo de Imperio, casi 20 años antes. Arrebato es cine dentro del cine, es enigma y misterio, es sexo y perdición, ex extrañeza e hipnotismo, es una experiencia única e irrepetible, un verdadero viaje de ida. Quizás adelantada a su época, el trío protagónico se ve joven y vivaz, llevándose por el juego que propone su director Iván Zulueta.
No es un film fácil y para un público amplio, es característico de una época, un período de apertura y descubrimiento que ya pasó, Zulueta en su segundo y último film trabaja con solvencia, ensoñación y profesionalidad, no pareciera que hace falta entender mucho.
Tristemente, el período temporal en el que este film se ubica, el de un destape artístico, ya pasó tanto en España como en nuestra región, su estreno ahora se ve como una curiosidad, una osadía, y le da la visión que le otorga el tiempo, una cierta perspectiva que hasta puede hacerlo más valioso. De todas formas, esperemos que esto no sea una tendencia muy creciente, tener films ocultos durante décadas, estrenarlos luego casi sin promoción, eso nos hace acordar a dos etapas muy oscuras, gobiernos de facto, y períodos de crisis en lo que estrenar películas viejas perdidas era más barato que traer novedades.