Arrebato (2014)

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Como una mezcla de estilos, Arrebato se presenta como un policial clásico en una tradición que parecía perdida en Argentina, matizado con los nuevos aires de cine de género de fórmula que vienen con probado éxito en los últimos años.
El cuarto largometraje (sumado a tres telefilms que merecerían una interesante revisión) de Sandra Gugliotta pareciera a simple vista un film por encargo, una película hecha a puro profesionalismo; sin embargo, sin nos aventuramos, podemos descubrir más de un matiz personal que demuestran el interés de la directora y guionista por la personalidad de sus personajes y las interrelaciones entre ellos.
"Arrebato" enmascara en formato de thriller con toques eróticos una historia sobre las pulsiones, el deseo, el inconformismo, y la forma en que la sociedad actual ofrece saciarlos. Luis Vega (Pablo Echarri) es un escritor bloqueado creativamente, presionado por su editor (Claudio Tolcachir en su segunda incursión cinematográfica como actor en dos semanas) que quiere sacar un nuevo éxito de ventas.
Todo esa estabilidad que Luis parece no tener en su vida profesional la encuentra en su matrimonio con Carla (Mónica Antonópulos en el que parece es su año) y la hija de ambos. Cuando a las manos de él llega la posibilidad de investigar el caso de un reciente asesinato para inspirarse en una nueva novela, ese será su primer click.
Luis quiere entrevistar a Laura (Leticia Bredice), esposa de la víctima, posible culpable, mujer intrigante. Entre ellos se creará un juego que afectará la rutina de Luis. Ese simple hecho será el disparador para llevar el relato de suspenso a su propia vida, comenzará a sospechar de una supuesta infidelidad de Carla, se inmiscuirá en mundos sórdidos, y poco a poco perderá el control hasta un desenlace sin retorno en su vida.
"Arrebato" toma al espectador y pese a algunos baches en la narración – notorios en el medio donde se vislumbra cierto estancamiento – lo mantiene atento acerca de todo lo que sucede, y eso es gracias a una permanente mutación, a una estructura ágil que cuando comienza a quedarse pega un salto temporal hacia un desenlace (en el que aparece el fiscal interpretado por Gustavo Garzón) que se convierte en lo mejor de la película.
Pablo Echarri demuestra una importante evolución de sus roles de galán de barrio en films como "Alma Mía" o "Apasionados" a este personaje ciertamente complejo y de varias capas. También son destacables las labores de Mónica Antonópulos en un papel jugado y Gustavo Garzón que necesita de pocos minutos en pantalla para mostrar un personaje punzante.
Tolcachir, por su lado, necesitó de más presencia para enriquecer a su personaje, no obstante su mínima inserción es de influencia. Lamentablemente el personaje de Lura resulta uno de los puntos más flojos del film, interpretado por una Leticia Bredice cliché que no transmite la sensualidad del personaje, fuerza sus diálogos, y el personaje nunca termina de cuajar completamente en el resto de la historia.
Estamos frente a una película de varias caras, interesante como film de género (aunque no del todo logrado en su resolución), y más aún cuando ahonda en la psicología de sus personajes, cuando muestra la humanidad detrás de ellos e interpela al espectador para saber hasta dónde podrían llegar ante las mismas situaciones.
Formalmente cuidado y prolijo, Gugliotta le imprime nervio y cierto aire noïr moderno que favorece al mensaje implícito del argumento sobre el alejamiento de las relaciones reales afectuosas. Arrebato es un film que aún con sus imperfecciones merece ser visto más allá que como un simple producto de género, un film que intenta ir más allá; en definitiva otro paso adelante.