Antes de la medianoche

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

La pareja en su laberinto

La pregunta sería ¿qué tiene “Antes de la medianoche” que no tienen otras películas de amor? Y la respuesta aflora muy simplemente: el diálogo. El mismo diálogo que puede ahuyentar a un espectador ávido de acción. La tercera película de la saga de Richark Linklater, que comenzó en 1995 con “Antes del amanecer” y continuó en 2004 con “Antes del atardecer”, sigue el vínculo de la pareja de Celine y Jesse, magistralmente interpretados por Julie Delpy y Ethan Hawke. La acción (acción verbal, diríamos) se traslada ahora al poético paisaje de Grecia. Celine y Jesse son una pareja de cuarentones, con algunos kilitos de más, y con caminos dispares en cuanto a su profesión. El es un exitoso escritor, de esos que le piden la firma adonde vaya, y ella es una militante de causas humanitarias, que sigue buscando el trabajo ideal, y que, además, sigue siendo la musa perfecta de las novelas de Jesse. Lo maravilloso es que, a 18 años de su primer encuentro, cada uno sigue buceando en la intimidad del otro. Con dos hijas en común y un hijo de él de su anterior matrimonio, las problemáticas más domésticas le ganan espacio a las más poéticas y existenciales, pero como cada pareja bien conformada, siempre hay lugar para otra sorpresa. Y tras otro descubrimiento del universo íntimo, el amor vuelve a sacar pecho para resistirse a la rutina y al hastío. Lo mejor es que cada diálogo de Celine y Jesse atraviesa la pantalla y llega hasta tu casa.