Antes de la medianoche

Crítica de Laura Osti - El Litoral

Una pareja que resiste al paso del tiempo

¿Se acuerdan de Jesse y Celine? Se conocieron en un tren que iba a Viena en 1995 (“Antes del amanecer”) y se enamoraron. Recuerden: él es estadounidense y ella, francesa. Eran jóvenes veinteañeros en aquella época. Después de nueve años, se reencontraron en París (“Antes del atardecer”) y la chispa del amor seguía viva.

Sigan recordando, él es escritor de novelas, ella es una mujer que valora su independencia y le gusta comprometerse con causas como la defensa del ambiente y cosas por el estilo.

Y si alguna vez se preguntó qué habrá sido de estos chicos, cultos, simpáticos, modernos, que se enamoraron, como tantos, en un viaje por países extraños, en “Antes de la medianoche” tendrá la respuesta.

Puntualmente, a nueve años de la última cita, el director Richard Linklater y los actores y coguionistas Ethan Hawke y Julie Delpy, vuelven a la pantalla a contar, como ellos saben hacerlo, sus íntimas aventuras.

Resulta que están juntos desde hace un buen tiempo, tanto, como para tener unas hijas gemelas de siete años. Viven en Europa y Jesse recibe la visita, de tanto en tanto, de su hijo Hank de trece años de un matrimonio anterior, que vive en Chicago, con su madre.

Diálogo, diálogo, diálogo, “Antes de la medianoche” repite la misma estructura que las dos anteriores: los personajes están todo el tiempo hablando, en circunstancias en que parecen realizar un paréntesis entre sus actividades habituales. Un momento propicio para que afloren esas cuestiones que suelen quedar relegadas por el trajín diario. Más ahora, que son una pareja madura (andan por los cuarenta) y tienen dos hijas que les han cambiado por completo la rutina. Sobre todo a ella, una mujer que ama su libertad por sobre todas las cosas y que acusa la maternidad como una suerte de esclavitud.

Bien, Jesse y Celine están de paseo en Grecia, alojados en una residencia veraniega para escritores. Hank ha estado con ellos un tiempo. La película comienza cuando él y su padre se están despidiendo en el aeropuerto, minutos antes de que el niño aborde el avión que lo llevará de regreso a casa. Jesse empieza a sentir remordimientos por estar demasiado tiempo ausente en la vida del niño, que crece lejos de la imprescindible presencia paterna. Ese malestar será el disparador de lo que se presenta como una típica crisis de pareja en período vacacional.

¿Cuál es el acierto de los realizadores para mantener vivo el interés del público por seguir la historia de estos personajes? Haber hallado el modo justo de exponer una experiencia que sintetiza un proceso con el cual todo el mundo se siente un poco identificado. Los asuntos de pareja son un tema común a todos, el paso del tiempo, también. Jesse y Celine son un matrimonio como muchos, solamente que protagonizan una historia romántica capaz de conmover a la platea porque mantienen el contacto con la realidad, sus experiencias no son extraordinarias, dan prioridad a los sentimientos. Aunque están lejos de la perfección, son personas pensantes que tienden a elaborar los conflictos. Son cultos, razonables y ofrecen un momento de reflexión, ligado a manifestaciones estéticas, algo que se aprecia cuando la oferta abunda en violencia y relatos truculentos.

Jesse y Celine no tienen reparos en mostrar sus debilidades y sus fortalezas, mientras van aprendiendo a amarse y respetarse, y han conseguido hacer de su historia ya casi un clásico, una cita obligada para los amantes del cine romántico.