Anónimo

Crítica de Mauro Jacobo - Cinélico

Emmerich se pone serio

Anonymous es la 1ra producción "seria" del director Roland Emmerich que parece haberse hartado de los alienígenas y los cavernícolas de ojos claros para ponerse más dramático y demostrar un poco más de versatilidad cinematográfica. Recordemos que Emmerich es el responsable de la incansable "Día de la Independencia" (en la TV por aire es como si estuvieran obligados a transmitirla al menos una vez por mes) y algunas películas poco felices como "10.000 A.C.", "Godzilla", "El Día Después de Mañana" y "2012". No todo fue malo en la carrera del director alemán, también dio vida a buenas producciones como "El Patriota" y "Stargate". En esta ocasión nos trae un tipo de film al que no nos tiene acostumbrados y debo decir que me gusta el camino que está tomando.
Sin ser una obra maestra para la posteridad, Anonymous cumple con el objetivo de plantear de forma convincente un punto de vista distinto acerca de la historia del famoso escritor inglés William Shakespeare. ¿No fue realmente él quien escribió maravillosas obras como "Otelo", "Hamlet", "Sueño de una noche de verano" y la famosísima "Romeo y Julieta"? Eso es lo que viene a plantear Emmerich en su faceta más seria y madura. ¿No respeta a rajatabla las versiones de los detractores históricos de Shakespeare? La verdad que respeta poco y se pone a inventar toda una red de traiciones, engaños y relaciones tormentosas que poco tienen que ver con el rigor histórico, pero así y todo, logra salir airoso con un film entretenido y que tiene algunos muy buenos momentos actorales de Vanessa Redgrave (Reina Elizabeth I), Rhys Ifans (Earl of Oxford) y Edward Hogg (Robert Cecil).
Es una lástima que a nuestro país llegue sólo en formato de DVD, pero con una temporada tan fuerte de grandes estrenos de verano resulta difícil competir por un lugar en salas comerciales.
Recomendable para aquellos que andan con ganas de ver un film de época que plantea una teoría interesante. A mí se me hizo un poco larga y con demasiados enrosques, aunque debo admitir que tiene sus momentos brillantes.