Anomalisa

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Dibujo para adultos que se destaca por su admirable técnica

Petisito de anteojos y rulos, cuando era más joven Charlie Kaufman quiso estudiar neurofisiologia. Se ve que la materia le gusta, y también le gusta la fantasía, porque escribe historias bien enrevesadas sobre los vericuetos de la cabeza humana y los vaivenes del pensamiento, sobre todo en asuntos de amores, memorias incompletas, problemas de identidad y esas cosas. Él solito escribió "¿Quieres ser John Malcovich?", adaptó con mucho ingenio "El ladrón de orquídeas", "Confesiones de una mente peligrosa" y "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos", enriqueciéndolas, según dicen, y realizó "Synecdoche, New York - Todas las vidas, mi vida", además de aportar sus granitos de materia gris en media docena de series televisivas y probarse en el teatro.

Precisamente, después del complejo "Eterno resplandor..." se mandó un descansito con una pieza, aparentemente sencilla, de teatro leído para tres intérpretes. Uno encarnaba al tipo aburrido de sí mismo y de todos los demás, otro interpretaba con el mismo tono de voz a todos los demás, y una mujer surgía de pronto con una voz distinta, proporcionando nuevas y quizá pasajeras ilusiones a la triste vida del tipo aburrido. Paradójicamente, el fulano era un exitoso conferencista dedicado a motivar al personal de servicios telefónicos en su charla cotidiana con gente que no conoce.

La obra se llamaba "Anomalisa" y transcurría a lo largo de una noche, casi toda en unos pocos rincones de un hotel impersonal. ¿Pero cómo trasladar eso al cine? Esta vez, la idea fue de Duke Johnson, cabeza de un programa de muñecos para adultos llamado "Mary Shelley's Frankenhole". Así es como "Anomalisa" llega al cine convertida en una película de muñecos para adultos. Seres de plastilina con expresión humana, moviéndose entre maquetas cuidadosamente hechas. Las voces pertenecen a los mismos intérpretes de la obra teatral: David Thewlis, Jennifer Jason Leigh y Tom Noonan. Un recurso interesante y doloroso permite ilustrar, además, la sensación que tiene el conferencista respecto del común de la gente.

El clima es melancólico, tristón. Los pensamientos que se expresan son de un hondo cansancio. A veces causan pena, y hacen pensar en amores perdidos. Otras veces, más bien causan fastidio. Estos muñecos son para adultos, no sólo porque traten temas de gente que se siente agobiada y alienada, o porque tengan una escena sexual (que la tienen), sino también porque la película se hace medio larga y monocorde. Aun así, resulta admirable el trabajo de Johnson, los diseñadores de producción John Joyce (también director de arte) y Huy Vu, y el enorme equipo de animadores, escultores, maquetistas, vestuaristas, etc. En resumen, una digna candidata al Oscar para Mejor Largometraje de Animación. Y la primera que llega a esa nominación sin pasar por el mercado para niños.