Amor a la carta

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Y aunque estemos en sala, parece que es hora de adentrarnos en el sabor de la cocina y las complejas relaciones hindúes, vía "Dabba" (Amor a la carta, o "The lunchbox" en su título internacional) que llega a la Argentina después de un interesante periplo festivalero (que incluyó varios premios en Asia y llegara a Cannes el año pasado incluso).
Opera prima de Ritesh Batra, este es un film sorprendentemente elegante y sutil como carta de presentación para un cineasta. Quienes piensen que esta es una rom com exótica está equivocados. "Dabba" es una historia de pequeñas transformaciones y conflictos internos.
Posee un envase exterior muy atractivo, el apoyarse en el fenómeno que se da en India con las empresas que llevan la comida en "lancheras", cilíndricas y metálicas, desde casas hasta los empleados en la hora exacta del almuerzo. Costumbre estudiada por sociológos incluso, es toda una curiosidad para el mundo occidental.
La gente, cocina en sus casas y a la distancia, su comida es llevada personalmente por una persona hasta el destinatario, de manera que su almuerzo pasa a ser no sólo un recreo alimenticio, sino un acto de cuidado hacia quien trabaja.
En esta oportunidad, así como en las clásicas películas románticas donde dos desconocidos se cruzan en un lugar donde no deberían hacerlo (y eso cambia sus vidas), dos corazones en baja cruzarán sus caminos en un momento particular de sus vidas. Ila (Nimrat Kaur) es una ama de casa que quiere acercarse más a su esposo, y por ello decide contratar un envío de "dabbawalas" (transporte personalizado de comidas) para agasajarlo con sus recetas y recuperar su atención perdida.
Pero algo sale mal y su "tiffin" (el recipiente donde se apilan los diferentes ingredientes sin tocarse) va a parar a Saajan (Irrfan Khan, viejo conocido desde "Life of Pi"), un maduro viudo que está cerca del retiro y quien tarda un tiempo en descubrir que su almuerzo, ya no es de restaurant, sino hecho en una casa por alguien a quien no conoce. Sabe bien y lo atrae la situación.
La curiosidad por esta situación, atrae la atención mutua y nuestros protagonistas irán adentrandose en la existencia del otro, a través de cartas, (que van y vienen en la lanchera), construyendo una relación virtual que modificará sus vidas para siempre. La trama tiene un ritmo candencioso, controlado pero a la vez incisivo a la hora de la descripción de ese abordaje.
Si bien superficialmente desde el mundo occidental, las cosas las resolveríamos de otra manera, lo cierto es que la parsimonia de la ceremonia de atracción y coqueteo está bien planteada y se apoya en sólidas construcciones de los personajes. Pero Batra no sólo se queda en el embelesamiento mutuo de la pareja, sino que utiliza un secundario fantástico para reflexionar sobre el amor, desde el punto de vista de las Castas y la tradición hindú, el joven encargado de reemplazar cuando se jubile a Saajan, un convincente y querible Shaikh, jugado por Nawazuddin Siddiquihay.
En estos diálogos, entre el que busca concretar un amor sin apoyo en su clase social y afianzarse en el trabajo, desafiando su propia condición y el hombre cansado y apagado, sin hijos y al punto de la despedida laboral, es donde "Amor a la carta" logra sus mejores momentos.
La cinta moviliza emociones en cualquier tipo de público gracias a su planteo, y si bien quizás el final no sea de los más logrados, lo cierto es que este especiado y particular almuerzo hindú, ofrece calidez y desde el primer momento y está bueno compartir esa sensación en sala. A prestar atención al menú y buscar un buen restó para degustar algunas de las típicas comidas que ahí desfilan!.