Amor a distancia

Crítica de Laura Gehl - Cinemarama

Cuatro motivos para adorar Amor a distancia.

1. Drew Barrymore. Natural, imperfecta, con algunas arrugas, con líneas de expresión. Una mujer real. No hace falta repetir la ductilidad de Barrymore para la comedia romántica, incluso en aquellas películas abominables como Simplemente no te quiere ella lograba destacarse. Su personaje de Erin tiene puntos de contacto con otros que ha interpretado: mujeres con cuentas pendientes, con sentido del humor, inteligentes, grandes amigas, sin miedo al ridículo; mujeres que tienen muy presente su costado masculino y se vinculan con el sexo opuesto desde un lugar que roza la camaradería (y no por eso ser menos femeninas). Sencillamente: minas copadas. Su presencia en la pantalla es magnética, no importa lo que haga, lo que diga, lo que tenga puesto, difícilmente podremos sacarle los ojos de encima.

2. Banda de sonido. La banda de sonido de una película es fundamental, forma parte del lenguaje como una unidad narrativa más, transmite, anticipa, acompaña, se funde con el texto. Una canción tiene el poder de arruinar una escena o hacerla memorable. Amor a distancia cuenta con un puñado de canciones de esas que logran convertir en un evento feliz y participativo la simple y sencilla tarea de sentarse en una butaca de cine. Y aunque el uso de Just Like Heaven de The Cure para el clásico montaje de enamoramiento-relación debería estar prohibido por decreto, también es justo decir que es un tema muy lindo y que con solo una canción se nos cuentan semanas de noviazgo en un inteligente y económico uso del tiempo. Y suenan, entre muchos otros, Cat Power, The Replacements, The Pretenders, Berlín para los nostálgicos de dudoso gusto (en un momento bastante más agradable que en el de la propia Top Gun) y una banda desconocida –por mí, claro– que vale la pena buscar por el ciberespacio como The Boxer Rebellion.

3. Personajes secundarios. Con la enorme Christina Applegate a la cabeza. Una máxima tan acertada como arbitraria declara que toda buena comedia romántica que se precie de tal debe tener buenos, cuando no excelentes, personajes secundarios. Corinne, Dan y Box, hermana mayor de Erin y amigos de Garret respectivamente, forman una unión creíble y espontánea con los personajes principales, tienen vuelo propio y se adueñan sin esfuerzo y con elegancia de varios gags que mantienen la balanza equilibrada entre la comedia y el romance.

4. El amor dinámico y real. Aquí y ahora, o mientras dure. En Amor a distancia no existe la noción de amor para toda la vida, la idea de almas gemelas. Dos personas que se conocen y se enamoran intentan pasar juntos el mayor tiempo posible. Pero miles de kilómetros los separan. Esa separación no es dramática, sino inevitable, incómoda y dolorosa (obviamos, perdonavidas, una escena de despedida con un obvio cielo tormentoso y plano de lágrimas). La imagen en un monitor llena el vacío del cuerpo y en eso no hay crítica a las redes sociales ni a la fría tecnología, ni ninguna de esas pavadas, es solo el registro de una situación cotidiana y actual. En estas características se sustenta el realismo de Amor a distancia. Y a su vez, en el realismo se sostiene la naturalidad con la que se resuelve la trama. Sí, hay final feliz, pero permanece la impresión de su carácter efímero, dinámico.