Amenaza roja

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Comienza “Amenaza roja”.

Montaje de noticieros del mundo diciendo que Corea del Norte anda con los cables pelados. Aparecen Hillary, Obama y algún otro diciendo que no van a tolerar acciones violentas. Los norcoreanos aparecen como salidos de una caja de Pandora atómica a punto de despertar. Caos, miedo, incertidumbre… ¿De qué serán capaces ahora que la Primer Ministro murió y tomó el mando lo tomó el hijo?

Listo. El mensaje se instaló. Ese país es malo, feo, caca. Nene no toca Corea del Norte que se va a lastimar. Corea del Norte, cuco. Peligroso.

Corte.

Una noche cualquiera en Estados Unidos. Partido de fútbol americano y luego al bar. Allí se irán “presentando los personajes” con el foco de atención en Jed (Chris Hemsworth), recién llegado de servir militarmente en Irak. Encuentros, reencuentros, flirteos y bromas entre Matt (Josh Peck), Robert (Josh Hutcherson), Toni (Adrianne Palicki), Erica (Isabel Lucas), Daryl (Connor Cruise) y Danny (Edwin Hodge). Chicos adorables con todo por delante.

Al día siguiente empieza a caer una lluvia de soldados en paracaídas. Corea del Norte invade el país así, de sopetón, y sin ninguna explicación. Pero ninguna ¿eh?, ni al comienzo, ni en el medio, ni al final. Algún discursito endeble, y listo. Parece que esta gente considera que USA tiene gobiernos corruptos y el pueblo está oprimido, por eso lo invaden para restablecer el orden. Igualito a los yanquis en cada país que invaden.

La estrategia militar de Corea del Norte para conquistar por la fuerza al país más armado del planeta consiste en cortar la luz para invadir Seattle. Eso.

A lo mejor, sin la posibilidad de hacer zapping ni jugar a la playstation, convierten a todos al comunismo y quizás después la idea se esparce, vaya uno a saber. A pesar del intento, nunca jamás en 93 minutos el espectador sentirá que Seattle es una muestra y que la invasión es total. De todos modos contrarrestar el ataque no parece tan complicado porque las comunicaciones andan bien, los pelotones cortan algunas cuadras nomás y para ser una ciudad sitiada la gente anda bastante suelta y sin problemas.

Hay que defenderse. ¿A quién acudir? Y bueno, Jed parece el de más experiencia. Primero se escapan en camioneta. Luego se agrupan y toman la decisión de combatir. Los seis o siete chicos amigos de la secundaria son entrenados por el ex marine, y en cuatro días y 15 tomas son todos Rambo, y un par de Rambas para incluir también a mujeres. Ante la desatenta mirada del enemigo, los pibes colocan bombas y disparan balas con la misma eficacia con la que hacía una semana mandaban twitters y pedían pizza.

Hace 29 años, la primera versión de esta película se estrenaba directo en video con el nombre de “Red dawn”: Los jóvenes defensores. En esa época en vez de Corea del Norte era la desaparecida U.R.S.S. la invasora. A estos efectos podríamos decir que la remake es un calco casi literal. No digo toma por toma, pero casi.

Uno podía entender la propagación de los folletos en una época en la que hasta comunicarse por teléfono era difícil. En los '70 u ´80, decir que los rusos eran los malos en una película podía quedar instalado mucho tiempo si no había lugar a respuestas inmediatas como hoy existen en la era digital. ¿Se acuerda de “Rocky IV”? (1985) ¿O “Invasión USA”?(1985).

Supuestamente estamos frente a una suerte de aventura bélica con dos ejércitos enfrentándose a muerte para dirimir sus cuestiones. Consecuentemente la carga dramática debería descansar en el peligro latente de que a los milicos se les suelte la cadena y escabechen a nuestros héroes. Sin embargo no pasa esto porque el diseño del accionar del enemigo es displicente. Después de los alemanes de la serie “Combate” (1962-1967) estos norcoreanos son los soldados más idiotas que el cine recuerde. Ellos miran como explota todo mientras los extras si tienen ganas corren. Algunos ni se tapan los oídos, ni gritan. Están ahí, digamos, y de vez en cuando se mueven a la derecha o a la izquierda, según si están mirando las indicaciones de alguien detrás de cámara.

Las escenas de acción, por una buena que hay vienen tres o cuatro mamarrachos espantosamente coordinados y peor editados, por lo que si quitáramos el discurso panfletario y mal redactado que tiene “Amanecer Rojo” para analizarla sólo como una de acción, no hay nada atractivo, rescatable o creíble. Es raro porque el director debutante Dan Bradley tiene, casi como único antecedente cinematográfico el haber sido doble de riesgo en varias películas pero ni eso le sale bien.

Párrafo aparte para el elenco. En aquella de 1984 (que estaba tan mal hecha como esta, pero al menos obedecía a la coyuntura política de la propaganda del gobierno de Reagan), teníamos, atención a C.Thomas Howell, Patrick Swayze, Charlie Sheen, Lea Thompson y apariciones de Powers Boothe y Harry Dean Stanton. Buenos actores en lo suyo y además dispuestos a trabajar unos con otros para amalgamar el grupo e intentar lograr cierta empatía con el público. En este caso, es un conjunto de individualidades esperando poder hacer lo suyo en cada toma, escupir la letra y pasar a cobrar. El nivel de calidad de actores es mediocre. Demasiada ventaja para un guión como este.

Se dice que uno debe evitar hablar del discurso de una película, ser objetivo y ajustarse sólo al análisis de si está bien o mal realizado. Sucede que ante la clara intención de ser un folleto republicano a favor de instalar en los espectadores al nuevo y temible enemigo de la libertad y la democracia, es imposible no hacerse cargo. Si “Ataque a la casa blanca” (2013), estrenada este año, ya daba asquito (el enemigo era el mismo), “Amanecer rojo” directamente subestima la inteligencia del espectador con un discurso vulgar, tosco y hasta anacrónico en su forma.