Amar es bendito

Crítica de Gustavo Castagna - Tiempo Argentino

Los sentimientos en la piel

Mecha y Ofelia, pareja estable desde hace siete años, viven su propia comezón en la escena inicial de Amar es bendito. Ocurre que desde hace tiempo Mecha le es infiel a Ofelia con otra mujer, razón más que suficiente para que surjan recriminaciones, discusiones, planteos, en fin, aquello que pasa siempre en una pareja donde aflora semejante crisis de sinceridad. Pero sucede que Mecha quiere a Ofelia, pero también a Ana Laura, motivo por el que la mujer traicionada propondrá una estrategia para no quedarse sola. O sí, tal vez conozca a un hombre para que Mecha muera de celos. O acaso más adelante los cuatro tengan oportunidad de conocerse.
Liliana Paolinelli apuesta fuerte por la búsqueda de la felicidad y por bucear en los afectos, encontrados o desencontrados, donde la incertidumbre triunfa ante la certeza y la inestabilidad emocional desnuda a los personajes de manera honesta, explorando en cada una de sus virtudes y, también, en sus defectos. Paolinelli cruza ejes de un culebrón televisivo con tópicos de la comedia de situaciones, más los excesos válidos que constituyen el melodrama, todo ello con una puesta en escena realista que elige los planos medios como imperiosa necesidad formal. Por eso, Amar es bendito es una más que interesante película no sólo por lo que muestra sino también por eludir esquemas fagocitados en esta clase de historias. En ese collage estético y temático, donde la narración aparece des-centrada para causar sorpresa en el espectador, el film gana puntos: nada es lo que parece ser en la historia que se cuenta, y por esa razón, son bienvenidos los constantes cambios de tonos, géneros y climas que conforman a la pareja constituida por Mecha y Ofelia con sus dos ocasionales parejas. ¿O acaso se trate de un juego entre näif y perverso?
Lengua materna y Con sus propios ojos –diferentes una de la otra– ya mostraban a una directora preocupada por escarbar en los géneros, confirmación más que alentadora en las idas y vueltas afectivas de Mecha y Ofelia, personajes interpretados por Claudia Cantero y Mara Santucho, ambas extraordinarias a través de sus frágiles y queribles criaturas.