Alma

Crítica de Juan Pablo Russo - EscribiendoCine

Me casé con una bipolar

Comedia romántica sobre sobre la ruptura y el después de una pareja compuesta por una maniaca depresiva bipolar y un loser es la nueva propuesta de Diego Rougier (Sal, 2011) en Alma (2015), una absurda historia de amor sobre las desventuras de un matrimonio de treintañeros en una Chile "almodovariana".

Alma es profesora de piano, es maníaca depresiva bipolar y está casada con Leonardo, un perdedor empleado de un hipermercado. Se conocieron de niños y desde ese primer encuentro el destino pareció unirlos para siempre (o al menos es lo que ellos creían). Un día, a raíz de una situación particular, en donde Alma escucha un comentario incompleto de Leonardo, el amor se acaba. A partir de ese momento las situaciones más insólitas atravesarán la vida de ambos protagonistas. Claro, hasta que vuelvan a darse cuenta que están hechos el uno para el otro.

Si Diego Rougier había sorprendido hace unos años con el western Sal ahora regresa con un registro diferente, aunque con la misma delicadeza visual de su antecesora. En el medio hizo en televisión la versión chilena de Casados con hijos, y tal vez sea por eso que Alma está más cerca del formato de la sitcom y la denominada Nueva Comedia Americana que del cine más autoral que viene ofreciendo el país trasandino. Alma no tiene nada que ver con lo que recientemente llegó de Chile a nuestro país, aunque bastante poco por cierto.

Alma, está protagoniza por la misma pareja de Casados con hijos, Fernando Larraín y Javiera Contador, esposa de Rougier, y en el reparto figuran algunos nombre de la serie además del argentino Nicolás Cabré, un "galán" que funcionará como el cable a tierra para Alma durante la separación. Rougier logra darle una estética visual “almodovariana” muy pop, utilizando una paleta de colores estridentes, intertítulos que se superponen en pantalla y una banda sonora que transita lo meloso con ritmos contemporáneos.

Si la historia de Alma se hubiera filmado en Argentina entraría dentro del rango de películas como Un novio para mi mujer (2008) o Me casé con un boludo (2016), comedias livianas y pasatistas con un formato más que probado, buena calidad técnica, actuaciones que no desentonan y mucho dinamismo narrativo. Un buen resultado final que entretiene y que tampoco pretende mucho más que eso.