Alma salvaje

Crítica de Fredy Friedlander - Leedor.com

Merecidas nominaciónes al Oscar en film fiel al libro original
Cuántas veces uno ve una película basada en una obra literaria que ya había leído, quedándole la sensación de que faltó fidelidad en la transcripción a imágenes del texto original.
Distinta puede ser la situación cuando, luego de ver un film placentero, uno decide abocarse a la lectura del libro que le dio origen. Tal fue el caso de este cronista con “Alma salvaje”, de Jean-Marc Vallée, al que había visto hace varias semanas y cuyo libro “Wild” adquirió en idioma original, aunque ahora ya se consigue en español bajo el título “Salvaje”.
Se trata de una obra autobiográfica de una escritora relativamente joven que decidió cambiar su apellido como ella mismo lo explica en el capítulo seis. Cheryl Strayed, tal el nombre elegido no fue producto del azar. En sus propias palabras eligió “Strayed”, que dice refiere a “alguien que se desvía de su propio camino, que está perdida, sin padre o madre, que se vuelve salvaje”.
A lo largo de la película, numerosos flashes de su pasado nos irán alertando sobre qué la llevó a embarcarse sola en el Pacific Crest Trail (Sendero del Pacífico), un recorrido que parte desde la frontera de California con México y termina en el límite del estado de Washington con Canadá.
A diferencia del libro en la película unos subtítulos nos van orientando sobre el número de días transcurridos desde su partida. Y el “día 1” empieza en el sur de California en la ciudad desértica de Mojave y termina en la frontera entre los estados de Oregon y Washington. En el libro en cambio hay un mapa que permite al lector orientarse dónde se encuentra ella en cada momento.
La fidelidad de la película al libro hizo que el equipo de filmación recorriera, más cómodamente es evidente, los mismos parajes por los que pasó Cheryl veinte años atrás. Llevaba una mochila exageradamente pesada que alguien con razón apodó “Monster”, demostrándole cuántas cosas inútiles cargaba. Hay un momento muy risueño durante esa escena pero que también tiene que ver con su pasado con las drogas, el sexo y su no muy feliz matrimonio.
La música es otro componente fundamental de la película que empieza y termina acertadamente con la versión de “El cóndor pasa” de Simon & Garfunkel y se enriquece con otras composiciones como “Suzanne” de Leonard Cohen y “The Air That I Breathe” de The Hollies. Pero cuando ingrese en Oregon (Ashland) será el momento musicalmente más fuerte y que permite ubicar con precisión la fecha en que ello ocurrió. Alguien le comenta que ha muerto Jerry Garcia (9 de agosto de 1995) y la invita a un homenaje al que fuera el líder indiscutido de los “Grateful Dead”.
La riqueza del relato está en los encuentros que Cheryl (la excelente Reese Witherspoon) tiene con personajes muy diversos. Algunos son amistosos como Ed (el veterano Cliff De Young) en el episodio de “Monster” o Greg (Kevin Rankin), al que percibe bañándose desnudo a la distancia y en el medio de la nada. Pero habrá otros decididamente peligrosos y uno muy particular con alguien que afirma llamarse Jimmy Carter (pura coincidencia, dice) y que la tilda de vagabunda (“hobbo”).
“Alma salvaje” tuvo dos nominaciones al Oscar, ambas femeninas, que hoy ya sabemos ganaron otras candidatas. Witherspoon ya lo había ganado en 2002 con “Johnny & June” mientras que para Laura Dern, que se luce como su madre, esta fue su segunda nominación sin ganarlo. En sus logradas interpretaciones y en el atrayente libro en que está basada “Alma salvaje” residen sus mayores atractivos.