Alicia en el país de las maravillas

Crítica de Laura Gehl - Cinemarama

Pensamientos varios y muy caprichosos acerca de Alicia.

Alicia… no es una buena película. Y no es buena, entre otras cosas, porque no cuaja, no se consolida como un todo a pesar de que muchas de sus partes son muy interesantes (y varias otras anodinas). Entonces, vamos por partes: Tim Burton termina siendo un problema para su propia película. Tengo la hipótesis (incomprobable, inútil y nada original, por supuesto) de que la decepción que genera Alicia… se debe a las altas expectativas que suscitaba el hecho de que estuviera dirigida por Burton. La película basada en la obra maestra de Carroll, en manos del destacado y personalísimo director no podía ni debía ser otra cosa que una genialidad absoluta del cine. Se promocionaba en cuentagotas el casting, las fotos, que si el sombrero era de tal color, que la voz del gato era fulano, que se viene en 3D y un largo etcétera que no hacía otra cosa que incrementar la ansiedad de los espectadores por ver la monumental obra. Y la tal obra resultó no ser ni monumental ni genial, sino más bien meramente entretenida y de a ratos, no se vaya a creer que todo el tiempo.

Poco importa que Burton no se haya ceñido fielmente al libro, las adaptaciones cinematográficas son eso, adaptaciones y cada uno tiene la libertad de hacer lo que le plazca. A mí, en este caso, me gusta. Me gusta la libertad del director para recrear, a partir de una historia archiconocida y prestigiosa, algo distinto, me parece destacable ese riesgo que quizá no cualquiera hubiera tomado. Lo que no considero destacable es el resultado: Alicia es una joven a punto de cumplir los veinte años y toda la familia la empuja a casarse con un esperpento imposible, un destino que Alicia no está dispuesta a aceptar tan fácilmente, tanto es así que se escapa tras un conejo apurado y cae por un árbol para dar con sus huesos en la Infratierra, lugar que ella ya había visitado de pequeña y que ahora deberá salvar matando al Jabberwocky. Sí, Alicia es convertida en una heroína, armadura y espada incluida. No está nada mal este giro al relato de aventuras.

El gran inconveniente, además de la odiosa, inapropiada, destemplada e inoportuna música de Elfman (¿qué demonios pasó ahí?) es que todo se vuelve muy lineal y previsible. En varias de las películas de Burton los mundos (real e imaginario o fantástico) funcionaban como contrapunto: el “real” solía ser oscuro y lúgubre, afectado, opresivo; mientras que el “irreal” era colorido, alegre y luminoso (El cadáver de la novia, Beetlejuice, El gran pez), y además estos mundos fantásticos podían convivir con los cotidianos hasta que se generaba en algún momento un choque, algo que los ponía en crisis. En Alicia… eso no sucede, Tierra e Infratierra son dos cosas distintas y separadas; esta vez la supuesta realidad es la parte luminosa y colorida (ver la escena del compromiso, por ejemplo) y la fantasía es oscura y peligrosa (visualmente impactante pero no exenta de peligro). Y no hay nada de malo en eso per se, pero en esta linealidad Burton se estanca y no ofrece nada más allá de lo visual, de lo que está ahí, dispuesto elegantemente, y la película se torna fría y calculada, como si hubiese ido tachando ítems o partes: guión, música, vestuario, maquillaje, Johnny, Helena… Lo que no tiene es alma.