Alicia en el país de las maravillas

Crítica de Hernán Manzi Leites - Los Velos

LOS CHICOS QUIEREN GUERRA

Qué más puede pedir el fanático de Tim Burton, o el amante de los colores, o el amante de los alucinógenos, que una nueva versión de Alice in Wonderland, dirigida por el ya nombrado cineasta que tantas veces entusiasmó al mundo del séptimo arte, con películas como The Nightmare Before Christmas, Ed Wood y la excelente El joven manos de tijera. Por otra parte, Burton acierta en encargar un guión que combine la novela de Lewis Carroll Alicia en el país de las maravillas con su secuela Alicia a través del espejo, lo cual torna novedoso también el argumento de la vieja película de dibujos animados de Disney, quien, a la sazón, produce este nueva entrega con actores y animación en tres dimensiones.
Quienes recuerdan a esa Alicia soñadora (Mia Wasikowska), deben modificar un poco esa idea, ya que aquí Alicia está más crecidita, ya casi con veinte años, y las responsabilidades sociales de una niña londinense de la clase acomodada no se adecúan a los delirios de los conejos con chaleco y reloj y un sonriente gato. Ella se da cuenta de que el tiempo ha pasado y que quizá ya no esté para tanto jaleo, y cuando repentinamente cae en el agujero del árbol, descubre que el mundo que ella había nombrado "País de las maravillas", es el "Inframundo". Escindido por una guerra entre dos hermanas, la bondadosa Mirana, la Reina Blanca (Anne Hathaway), y la malvada y cabezona Iracebeth, la Reina Roja (Helena Bonham-Carter, quién más), esa tierra espera la llegada de Alicia, puesto que el oráculo dictaminó que ella habría de librarlos de la terrible mascota-monstruo de Iracebeth. En su ayuda acudirán todos los personajes clásicos del viejo film de Disney, incluyendo a un Sombrerero Loco (trastornado por las secuelas que le dejó el mercurio utilizado en su oficio) interpretado por, como era de esperarse, Johnny Depp.
El giro de esta nueva versión es claramente bélico, siguiendo una línea que ya aburre, muy similar a Las Crónicas de Narnia. Siempre los británicos supieron meterse en guerras, como la de El Señor de los Anillos, siguiendo con su leit-motiv épico. Este patrón aparta a esta Alicia... de la fantasía y los problemas de una niña, aunque no por ello se lucen menos sus personajes, en particular, aquellos que componen la corte de la Reina Roja o el desquiciado té del Sombrerero y la Liebre.
Por otro lado, la reflexión o "mensaje" de esta nueva película de Burton es poco profunda, y se reduce a un "nunca dejes de soñar", que deriva en "así te va a ir bien en los negocios". Algunos dirán que se trata de un sabio consejo, mientras que otros -me incluyo- creerán en la "bajada de línea" de ese capitalismo conquistador que hoy existe y que, en la época en la que se sitúa el film, se encontraba en la plenitud de su vigor, dirigiéndose a la búsqueda de nuevos y lejanos puertos para vender manufactura y destruir la manufactura local.

El espectador elogiará los efectos especiales (de los cuales nadie se hubiera atrevido a dudar en una producción de este género) y ciertas personificaciones, pero no podrá revivir la misma magia o la misma locura de su versión animada, aun con un guión muy divergente respecto de esta última. El "estilo" Burton se encuentra hoy más en sus diseños y colores que en el remolino de lo fantástico y paranormal. Con otras palabras, el afamado director cae en esa repetición del "género fantástico", tan solicitado por las taquillas actuales. En lo personal, brindo porque otros cineastas, como Sam Raimi, sigan llevando la fantasía con más guión e ingenio que fancy clothes y sombreros bonitos.