Al sur de la frontera

Crítica de José Luis Cavazza - La Capital

“Es posible, Oliver, cambiar la historia”, dice sobre el cierre de “Al sur de la frontera” el presidente venezolano Hugo Chávez al director de la película, Oliver Stone, como si fuera el mejor actor latino de la Meca del cine del Norte.
Ese mismo Norte que apunta al sur del río Bravo, y esta vez en la apertura del documental, a pura mezcla de chauvinismo e ignorancia en la imagen y audio de una ¿periodista? de Fox News en pleno gobierno de George W. Bush, indignadísima con Chávez quien, supuestamente, había confesado su adicción al “cacao”. La cara de sus compañeros de piso enseguida muestran el equívoco: el oscuro objeto de descarrío del líder bolivariano no era el cacao sino la coca.
Así, durante los primeros quince minutos, Stone propone una cadena de ejemplos de la perorata mediática de su país contra los nuevos líderes de las democracias latinoamericanas que no están de acuerdo con la política neoliberal de su nación, apuntando, sobre todo, a Chávez y al presidente indígena de Bolivia, Evo Morales. Líderes demonizados por el gobierno de Bush y los medios de comunicación del país del Norte. Y, a la vez, rescatados por Stone, un director también del país del Norte, pero rebelde a los cánones de la Academia. Para ratificar esto solamente basta recordar títulos polémicos tales como “Nixon”, “Pelotón”, “JFK”, “Wall Street” o “Nacido el 4 de julio”.
También, “Al sur de la frontera” puede verse como la saga de sus dos documentales sobre Fidel Castro (“Comandante” de 2003, y “Looking for Fidel” de 2004) que continuará, según anunció en su periplo latinoamericano de presentación del filme, con una película sobre Evo Morales.
El objetivo inicial es presentar a los líderes del nuevo socialismo del siglo XXI en América latina y el segundo es denunciar a los medios masivos de comunicación de Estados Unidos.
Stone, como entrevistador e indagador en la vida y obra de estos nuevos fenómenos, aparece tan dócil como sumiso. Y en este sentido, el laureado director actúa como un espectador más, obnubilado frente a Chávez como Kusturica ante Maradona en su reciente documental.
Stone se dio el gusto de pasearse con sus nuevos héroes latinoamericanos pero, para el público de estas tierras, no pasa de eso: de un paseo rápido por las vidas de los presidentes del Sur que no aceptaron las fórmulas de recesión del FMI ni las recetas neoliberales de quienes los precedieron en el poder. Quizá sea una película destinada a informar al público norteamericano. Pero, ¿le interesará?