Al sur de la frontera

Crítica de Hugo Fernando Sánchez - Subjetiva

Latinoamérica para principiantes

Un poco por ignorancia, otro poco por la falta de información y mucho por los intereses del cine hegemónico, para el gran público de los países desarrollados el papel de Latinoamérica se reduce a proveer de imágenes que tienen que ver con la miseria y el exotismo, tal vez porque el puzzle del continente resiste las lecturas apresuradas y las conclusiones simplificadoras. Al sur de la frontera parece ser una caso paradigmático de las buenas intenciones para revelar los siempre incomprensibles -para allá- procesos político-sociales de América del Sur, esta vez a cargo de Oliver Stone, un director enamorado de su propio progresismo, que desde Comandante (2003) y Looking for Fidel (2004), centró su mirada en esta parte del mundo y “descubrió” a un puñado de líderes de la región con un discurso y un accionar común.

La intención de Stone de encontrar humanidad en personajes controvertidos funcionó bien con George W. Bush (W, 2008), o Richard Nixon (Nixon, 1995), y aquí aplica el mismo esquema, aunque el resultado es bien diferente. El realizador neoyorquino recurre a las imágenes de noticieros norteamericanos para mostrar su hipocresía, cuando hablan de Hugo Chávez como un dictador o se refieren a Evo Morales como un consumidor de coca –de la droga, no sobre la hoja­–. Y bien, una vez que el punto queda lo bastante aclarado, el director, en plan periodístico, pasa a las entrevistas con los presidentes: se fascina por el histrionismo de Chávez (a quien dedica más de la mitad de la película), mastica coca y juega al fútbol con Morales, escucha la exigencia de Lula para que las relaciones con los Estados Unidos se den en un plano de igualdad, y asiente comprensivo cuando Cristina de Kirchner analiza que “por primera vez en la historia los presidentes de la región se parecen a su pueblo” pero no puede evitar preguntarle cuántos pares de zapatos tiene.

Es probable que Al sur de la frontera funcione para un tipo de espectador desprevenido, pero lo cierto es que en el proceso de denuncia contra la superficialidad de los medios de su país, Stone devela su propia liviandad para abordar un tema tan complejo