Al sur de la frontera

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

El amigo americano

Que me perdonen Oliver Stone, Caras y Caretas (el órgano cultural kirchnerista que auspicia aquí el lanzamiento de la película) y los chavistas, pero Al sur de la frontera es una película innecesaria, al menos en América Latina. Un film elemental, superficial, construido a fuerza de "grandes éxitos" (highlights) de la historia latinoamericana reciente por un director estadounidense fascinado por lo que la derecha norteamericana (con el canal Fox News a la cabeza) llama dictadores bananeros.

Con un estilo a-la-Michael Moore (pero sin el humor ni la ironía de Michael Moore), Al sur de la frontera es un documental torpe, caótico y maniqueo, hecho claramente "para la hinchada". Por lo tanto, resulta incapaz de generar el más mínimo replanteo de los fervorosos adeptos bolivarianos ni de autocrítica por parte de aquellos que denostan con furia a los líderes populistas/izquierdistas como una amenaza a la estabilidad del capitalismo.

El director de JFK está "enamorado" de Hugo Chávez y deja que el muy seductor presidente venezolano haga su show unipersonal. A él le están dedicadas tres cuartas partes del film (al matrimonio Kirchner, al menos, le tocan exactos 11 minutos, mientras que a Tabaré Vázquez ni siquiera se lo nombra).

Lo único más o menos rescatable del film (además de algunos testimonios que Stone consiguió cara a cara) es el propósito de desnudar el grado de desinformación y manipulación al que es sometida la sociedad estadounidense por Fox News y por CNN, pero Al sur de la frontera no es el primero (ni el mejor) en ocuparse de los grandes conglomerados periodísticos funcionales al poder norteamericano.

El material de archivo (casi todo dedicado a la convulsionada historia venezolana) es mediocre y las entrevistas a Luiz Inacio Lula da Silva (Brasil), Fernando Lugo (Paraguay), Rafael Correa (Ecuador) y Raúl Castro (Cuba) están totalmente desaprovechadas. Con Evo Morales, en cambio, Stone mastica hojas de coca y juega al fútbol como gran "hallazgo", y a Cristina y Néstor les da bastante espacio para que se explayen contra el FMI y la administración Bush.

Lo mejor que se puede decir de Al sur de la frontera es que sus 85 minutos se siguen -en buena medida gracias al carisma de Chávez- con ligereza y sin esfuerzo (es lo único que lo diferencia de un especial de TeleSUR). Como documento político sobre el fenómeno de la (centro)izquierda latinoamericana, en cambio, es más bien pobre, previsible y rápidamente olvidable. Oliver, "el amigo americano", se dio el gusto de pasear (y de mostrarse) con los líderes de la región, pero no deja de ser un ejercicio vanidoso, intrascendente y -al fin de cuentas- efímero.