Al cine con amor

Crítica de Santiago García - Tiempo Argentino

Un animal de la cinematografía.

El documental de James encara la vida Rogert Ebert, el primer crítico de cine en ganar el premio Pulitzer. Se trata de un trabajo que impone la energía y el optimismo de su protagonista rescatando la pasión por el séptimo arte.

Al cine con amor no es un film cualquiera. Si un documental llega a tener la difusión que tiene esta película se debe al personaje que decide retratar. Rogert Ebert no era un crítico de cine cualquiera, nunca lo fue. Ebert fue el primer crítico de cine en ganar el Premio Pulitzer. Trabajó desde la década del '60 en el Chicago Sun-Times. En 1976 se unió a otro crítico, Gene Siskel, y juntos hicieron el segmento televisivo Siskel & Ebert donde discutían sobre cine y donde evaluaban finalmente con un pulgar hacia arriba o un pulgar hacia abajo. Fueron los más populares críticos de cine y hasta la muerte de Siskel, en 1999, mantuvieron su popularidad. Ebert fue polémico, incluyente, y hasta los últimos días de su vida, un apasionado del cine. En diarios o en televisión, y finalmente con su blog y en las redes sociales, Ebert fue una figura clave. En la película aparecen directores como Scorsese o Herzog hablando maravillas de él y cuánto hizo él por ellos. También hay que decir que el realizador de la película no es cualquier director.
Steve James es un documentalista que ocupa un lugar grande en la historia del cine por haber realizado el gran film Hoop Dreams en 1994. James también probó la ficción cuando en 1997 hizo una biopic sobre el legendario corredor Steve Prefontaine. Hoop Dreams fue una de las películas favoritas de Ebert en los noventa. Al cine con amor no habla sólo del aspecto de crítico de Ebert, incluso gran cantidad de escenas transcurren en el hospital donde él estaba internado en los últimos días de su vida. La lucha de Ebert contra el cáncer fue durísima. En la película él está en los últimos años, cuando ya no podía ni hablar ni comer. Hablaba con una computadora y comía con ayuda. Pero a diferencia de otros documentales de cine con un moribundo como protagonista como fue Lighting Over Water de Win Wenders sobre Nicholas Ray, acá se impone la energía y el optimismo de Ebert.
Esa mueca siniestra e insólitamente feliz que le dejaron las operaciones le da a Ebert un rostro raro, por momentos de caricatura, pero a la vez es el rostro de alguien luchando a brazo partido por sobrevivir. La película juega siempre al borde en ese aspecto, pero es cálida y amable con sus personajes también. El personaje está captado, la idea acerca de quien era Ebert se entiende perfectamente. Y su enorme pasión y amor por las películas también se adivina y se expresa en prácticamente todo lo que dura la película. No hay crítica que se prive de rematar con una obviedad y esta no será la excepción: Al cine con amor, ¡dos pulgares arriba!