Akelarre

Crítica de Juan Pablo Russo - EscribiendoCine

"Akelarre" y el grito feminista de Pablo Agüero

El argentino Pablo Agüero filma una película de épica que le escapa a todos los clisés del género.

Hablada en euskera y castellano y basada en "Tratado de la inconstancia de los malos ángeles y demonios", escrito por el juez Pierre de Lancre, quien interrogó a miles de personas y condenó a ciento de mujeres a morir en la hoguera por supuestos actos de brujería, Akelarre (2020), que tuvo su estreno en el Festival de San Sebastián y recientemente consiguió 5 Premios Goya, se desarrolla en 1609 en el País Vasco Francés y entre sus protagonistas se destaca el argentino Daniel Fanego, como un consejero del juez.

En la historia los hombres se han ido al mar y Ana (Amaia Aberasturi) y sus amigas realizan una fiesta nocturna en el bosque. Enviado por la corona, con la misión de purificar la región, el juez Rostegui De Lancre (Alex Brendemühl), las acusa de brujería. Para que confiesen lo que saben del akelarre, ceremonia durante la cual el diablo inicia a sus servidoras y se aparea con ellas, las jóvenes son encarceladas en una prisión, donde son torturadas y abusadas, a la vez que son juzgadas durante un proceso exento de imparcialidad y justicia.

Agüero construye una historia kafkiana, un cuento de brujas épico, donde vuelve a poner el foco sobre las mujeres, la desconfianza y el miedo, sobre todo en el sexo y lo desconocido. Tópicos recurrentes en su filmografía. Lo hace desmarcándose de los clisés del género, a través de una manifiesta y precisa mirada feminista, que expone la ignorancia y el miedo de los hombres frente a la mujer y la pérdida del poder.

Con un guion, firmado por Agüero y Katell Guillou, plagado de intensos e intencionados diálogos, donde nada es casual ni está puesto al azar, Akelarre resulta una obra arriesgada que acierta en su forma. Un sofisticado ejercicio de estilo, narrativo y visual, de una belleza hipnótica, que utiliza el pasado para contar el presente.