Aire de chacarera

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Postales de un viaje que da gusto acompañar

Mucha gente ubica a Diego Arnedo, el bajista de Sumo y Divididos. Poca sabe que es hijo de don Mario Arnedo Gallo, figura fundamental del folklore santiagueño, autor de joyas como "La amanecida", "De Santiago canto cosas", "Pelusita de totora", "Cuando el diablo anda en el vino" y varias otras, hombre culto y divertido que supo abrevar en la enseñanza directa de los Hermanos Díaz y reelaborar y enriquecer estilísticamente la música "rústica" que don Andrés Chazarreta había ido recopilando por los caminos y los montes.

Curiosamente, nunca grabó un disco ni guardó copia de las grabaciones que le hacían sus amigos en peñas y diversos encuentros. Un día viajó hasta Hurlingham, donde terminó viviendo más años que en Santiago, un destino típico de tantos provincianos. Ahora Fernando Arnedo, su nieto, hace el camino contrario. Va a la Fiesta de la Madre Chacarera en La Banda, al Rio Dulce, a Salavina, Loreto y Atamisqui, recorre lugares polvorientos, cruza puentes de variada clase, se encuentra con amigos del abuelo y músicos también de distinta clase.

Ahí están dos viejos cantando chacareras en quechua, el gran Vitillo Abalos, Froilán González luthier de bombos, Chingolo Suárez explicando el mito de la Salamanca y "la afinación del diablo", don Pedro Gómez, guitarrero de antes que sabe explicar las diferencias (una tarde hermosa en la puerta de su rancho, mientras la mujer permanece tranquila detrás suyo), y muchos otros de mayor o menor renombre, como Bravo de Zamora, Rodríguez Vilar, Elpidio Herrera, Beltrán Neirot, algunos Carabajal, otros Arnedo, en fin.

¿Qué tiene Santiago, para tanto orgullo y añoranza? En la cantidad de músicos y fiestas, en la misma sequedad de su tierra, en la sucesión de anécdotas que surgen sobre don Mario Arnedo Gallo, hay una respuesta. En el aire se la escucha con ritmo de zamba y de chacarera trunca. Viejos registros del pianista y compositor evocado matizan también este viaje. Cabe advertirlo: éste no es exactamente un documental biográfico. Más bien es el resumen de unas andanzas por la patria chica del abuelo, donde una noche de fiesta en el patio de tierra también caben el pasodoble, los disfrazados y hasta una gallina suelta. Postales de un viaje que da gusto acompañar.