Aguas turbulentas

Crítica de Julia Panigazzi - A Sala Llena

La historia es poseedora de una interesante estructura: dos perspectivas diferentes de un hecho trágico, un accidente o un homicidio: el efecto de esto sobre el entorno y una forma de enfrentar una cruel realidad tajante y frontal; Aguas Turbulentas es una historia triste sobre lo que provoca la muerte de un hijo, el estar involucrado en esa experiencia, el perdón divino y el terrenal, la reinserción en la sociedad luego de cumplir una condena y la verdad.

Jan Thomas es presentado durante su ultimo día en una prisión de Oslo, se trata de un joven desgarbado que se retira tras cumplir su condena sin grandes esperanzas, una carta de recomendación y la dirección de una iglesia donde se presenta y seduce como organista. Durante las dos primeras partes del film a Thomas (el primer nombre lo deja de lado como si esto apartara el pasado de su nuevo camino) se le van presentando oportunidades que sabe aprovechar para poder reconstruir de a poco una vida normal. Los recuerdos sin embargo lo asechan cuando se involucra sentimentalmente con Anna, ya que su pequeño hijo Jens paraliza a el organista, su imagen casi fantasmal evoca al niño del que fue acusado de quitarle la vida.

Es una interpretación silenciosa la de Pai Hagen Sverre, quien ofrece una doble personalidad: la de un joven que supo tener un pasado rebelde, se lo penó por ello y cumplió la condena, a su vez no hace un mea culpa ni por asomo, genera esto una terrible violencia en el espectador ya que cuando se lo enfrenta opta por callar.

En el momento en que Agnes , la madre del niño , aparece en pantalla es cuando el film cambia la óptica de los hechos, otorgándole un ritmo más acelerado que acompaña el sentir de una madre en apariencia resuelta (luego de mucho trabajo) con respecto a la desaparición de su hijo, cuando casi por casualidad encuentra a Jan en la iglesia. Se obsesiona con el, se obsesiona con la idea de su hijo, busca respuestas y se pierde en el dolor infinito. Agnes es encarnada maravillosamente por Trine Dyrholm, una maestra, una esposa con dos hijas adoptadas y un marido que la ama eternamente.

Es ella quien logra dar vuelta la nueva situación de Jan, quien durante gran parte del film parece estar haciendo las cosas bien, no hizo lo más importante para seguir: enfrentar un hecho del cual fue participe activo y culpable. La intensidad de Agnes traspasa las barreras; se la ve intentando lidiar con lo cotidiano sin poder desprenderse de ese niño el cual le fue arrebatado...

La trilogía de Erik Poppe comienza con Schpaaa (1998) film que cuenta la historia de un grupo de adolescentes maltratados que se involucran en una banda vinculada al narcotráfico, continúa con el film Hawaii, Oslo (2004) historia coral que trascurre durante el día más caluroso del año en Oslo y culmina con

Aguas Turbulentas, una historia que cuenta con la intensidad de la música que puede producir un órgano tubular de iglesia y la complejidad del choque de dos perspectivas desesperadamente diferentes.