Aguas turbulentas

Crítica de Juan Carlos Fontana - La Prensa

Un músico con un pasado oscuro

Este es un drama delicado, porque se trata de averiguar si es verdad o no que un joven organista asesinó a un niño, o esa muerte fue un accidente.

"Aguas turbulentas" es un filme áspero, contado en dos tiempos: presente y pasado. El primero alude a un organista que sale de la cárcel y se emplea como músico de una iglesia en Oslo, con la intención de rehacer su vida.

Por el otro lo que la película inserta a modo de raccontos, es el pasado que esconde ese hombre, por el que tuvo que purgar una condena detrás de las rejas.

La culpa o la inocencia en este caso no són fáciles de demostrar, porque sólo el acusado es testigo de lo que ocurrió con ese niño, al que encontró un día en un bosque a orillas de un lago, con un golpe en la cabeza.

VICTIMAS INOCENTES

El director Erik Poppe se toma su tiempo para ir desmenuzando la historia de ese joven de apariencia ingenua, que esconde algo oscuro, infranqueable para los que no lo conocen, hasta que todo termina saliendo a la luz.
Jan Thomas es muy buen músico y su brillante desempeño en la cárcel, hace que se lo ayude a aceptar un trabajo afuera.

Lo mismo ocurre en la iglesia en la que es empleado, en la que se lo admira por su arte. Aunque todo se complica cuando el muchacho se compromete afectivamente con una mujer sola, con un niño de unos seis o siete años.

Más tarde, cuando la madre del niño muerto, reconoce en el organista, al supuesto asesino de su hijo, todo se complica y más aún, cuando la mujer se propone hacer una recreación forzada de los hechos y prepara un misterioso ritual, en el que la víctima volverá a ser un inocente.

Erik Poppe consigue momentos de intenso dramatismo, a la vez que logra transformar las composiciones musicales, en un protagonista más de esta historia, que encuentra en Pal Hagen Valheim Sverre, una actuación minuciosa y a la vez convincente.