Acusada

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

El segundo film de Gonzalo Tobal, "Acusada", traspasa el thriller, el drama, y el género “judicial”, para interpelar al espectador sobre nuestra propia mirada de los hechos.
Eterna disputa entre el cine industrial/comercial, y el cine “de autor” ¿Pueden ir de la mano? La idea de que al público masivo hay que ofrecerle siempre el mismo producto de molde, sin mayores riesgos, prolijo y estilizado; aquello que ya se probó, funciona. Cada tanto, hay películas que se permiten desafiar esa encrucijada.
Casos recientes, "Relatos salvajes", "Al final del túnel", y en menor medida "Zama" (que no respetaba tanto los cánones de un cine comercial). "Acusada", segundo trabajo del director de "Villegas", Gonzalo Tobal, entraría en ese selecto grupo.
permanentemente pendulando entre una historia compleja, actual, incómoda, con un lenguaje visual propio; y a la vez, ofreciéndolo en un envase popular, de figuras reconocidas, tónica y producción del cine más industrial. Ese juego, es el mayor atractivo de Acusada, y sale ganando por goleada. No será difícil encontrar paralelismos con hechos reales en lo que cuenta "Acusada".
Dolores Dreier (Mariana ”Lali” Espósito) es una joven de 21 años que, por lo que sabemos, es la principal sospechosa y única acusada del asesinato de su mejor amiga, hace dos años y medio atrás; luego de una noche en la que volvían de bailar y había corrido el alcohol junto con otras sustancias.
Es el momento del juicio, y la vida de Dolores está atravesada por la mediatización y la subjetiva mirada de la opinión pública. Sus padres, Luis y Betina (Leonardo Sbaraglia e Inés Estévez) controlan todo lo que hace, segundo a segundo, qué ve, con quién se junta, qué dice, cómo actúa, todo. Su abogado, Ignacio (Daniel Fanego) es el que da las directrices de cómo debe ser el comportamiento de Dolores, mientras intenta elucubrar las estrategias que favorezcan a su defendida.
En el medio Dolores, que no deja de ser una adolescente, los amigos de ella y un posible novio, el hermano menor al que los padres descuidan, la madre de la víctima; y por supuesto, nosotros, que seremos tan manipulados como los que siguen el caso de Dolores por los medios. A Tobal y Ulises Porra (que colabora en el guion) no les interesa tanto hablar del crimen en sí, como del juicio y todo lo que rodea la causa.
Prescinden de flashbacks (salvo de la escena del crimen), y de hacer de la víctima un personaje más. Todo lo que sabemos, lo sabemos de boca de alguno de los involucrados, y será cuestión de creerle o no. En definitiva, Acusada nos interpela sobre cuánto de lo que vemos y creemos es real, cuánto hay de manipulación, y cuánto nos dejamos llevar por ponernos a opinar sin saber.
Habla de los juicios previos, de los medios como principal alegato, de la banalización del sistema judicial, y de la necesidad de tergiversar la realidad para llegar al centro del conflicto. Hay una familia que se destruye y deconstruye a medida que se acerca el Día D, hay secretos, hay cosas que se dicen sin expresarlas verbalmente; y muchos, todos, personajes con dos o más caras. Acusada no para de arrojar interrogantes ¿Cuántas veces fuimos manipulados?
¿Qué es lo que les interesa a los padres de Dolores? ¿Está bien que Dolores quiera seguir llevando su vida de adolescente?
Entre todos esos planteos, el más secundario, termina siendo si es inocente o culpable. No importa, porque el foco está puesto en otro lado, e igual querremos saberlo. Tobal esconde información y maneja los hilos sutilmente. Hay diálogos que suenan más rimbombantes y ampulosos que otros, y una tensión que va en un crescendo permanente (más allá de un pequeño y necesario estancamiento en el segundo acto para permitirse retomar vuelo sin apabullar). Hay alegorías, que a algunos les pueden resultar obvias, pero que a la propuesta le sirven, mucho, para mantener ese diálogo entre el autor y el público amplio.
Hay un gran manejo del control en todos los rubros. Así como Luis, Betina e Ignacio digitan cada aspecto de la vida de Dolores y nuestra percepción; Gonzalo Tobal, digita cada aspecto de su film para que fluyan en perfecta armonía. Una banda sonora medida, no invasiva; un gran trabajo en la fotografía de la mano de un riquísimo lenguaje visual en el que debemos prestar atención no sólo a las palabras, sino a los gestos y movimientos.
Por último, Tobal se luce como un artesano director actoral. Como una gran puesta de tablero de ajedrez, o teatral sin encerrarse.
Cada personaje está ahí por una razón, cada escena tiene un justificativo, cada diálogo es preciso; manejando los tonos de las relaciones. Lali Espósito hace su propia apuesta. Alllí donde pudo descansar en su popularidad de estrella pop y seguir incursionando en el cine dentro de una propuesta liviana y acorde a su público adolescente.
Se la juega, opta por un film para Mayores de 16 años, y un personaje que la expone como una presunta asesina, y como un lobo con piel de cordero, un puma entre la sociedad, o una inocente juzgada por un estilo de vida que no difiere del de muchos otros jóvenes, con la diferencia de que no terminan en hechos como el de ella.
Juega con sus gestos, con su rictus, con su voz y su impostura, y sorprende. Si bien no es su primer trabajo, se trata de una revelación.
Leonardo Sbaraglia y Daniel Fanego vuelven a demostrar sus inmensos talentos. Son anguilas en el agua, convencen en sus personajes, y logran adueñarse de muchas escenas.
Inés Estévez y Gerardo Romano (como el fiscal) no logran lucirse tanto, no por falta de talento – se ven sus destellos – sino por un guion que no balancea tan bien a sus personajes, y les da menos espacio que a los de Sbaraglia y Fanego.
"Acusada" tiene todo para llegar al público grande, un ritmo trepidante sin abrumar, un lenguaje directo y conciso, una perfecta dinámica e identificación con la realidad, y un excelente acabado técnico en la producción: A su vez, mantiene la mano creativa de Tobal como un autor atento y destacado, que no hace concesiones, y expone su propia óptica.
Arriesgada y más profunda de lo que parece, "Acusada" toma cabeza como uno de los títulos más interesantes y logrados del cine industrial argentino en los tiempos más inmediatos.