Accidentes gloriosos

Crítica de Paraná Sendrós - Ámbito Financiero

Doble experimento que no pasa de lo curioso

Buena jugada la de Mauro Andrizzi: presentar con el título «Andrizzi x 2» un par de mediometrajes experimentales de estilo y asunto similar, subrayando así su concepto de autor. Lo respaldan una presentación en el Centre Georges Pompidou (esa especie de enorme Lego prepotentemente insertado en el viejo Paris), la reiterada presencia en una paralela de Venecia, y abundantes panegíricos de aquí y allá, según los cuales nos enteramos de «su gran intensidad narrativa», «el uso de metáforas para coquetear con lo existencial», «la inteligente meditación sobre el tiempo», «los espacios despojados, sin límites, filtrados por los colores del pasado del cine en emulación digital, los no colores y textura del registro de un tiempo verbal extinto», etcétera.

Por suerte lo explican, porque el infeliz mortal que pagó la entrada simplemente ve una sucesión de relatos solemnes y generalmente aburridos, con largos planos fijos, muy bien fotografiados, eso sí, en una excelente gama de blanco y negro (cuando no está toda la pantalla en negro mientras alguien habla). Hay momentos interesantes, a la manera de un David Lynch, a veces unos detalles de humor o de peculiar erotismo («En el futuro» ganó un Leon Queer en Venecia), por ahí un relato en colores, y también descuelgues tales como hacernos oír la estremecedora carta del capitán Robert Scott a su esposa, pero fragmentada e «intervenida», mientras en la pantalla solo vemos una vieja jugando al billar.

En resumen, dos ejercicios experimentales que no pasan de lo curioso, pero tal vez le sirvan al autor para avanzar hacia algún próximo trabajo de mayor peso artístico y dramático. Sentido estético no le falta, ni tampoco equipo: el director de fotografía Emiliano Cativa, al que se suma Mariano Goldgrob, las sonidistas Celeste Palma y Sofia Straface, el editor Vázquez Murillo, el asistente Martín Maisonave. Algo positivo para destacar: esto lo hicieron por amor al arte y con el bolsillo propio (y de una entidad cultural sueca en un caso). El Incaa solo aportó para festivales y presentación al público local.