Accidentes gloriosos

Crítica de Diego Batlle - Otros Cines

La imaginación es el límite

Prolífico, creativo y audaz, Mauro Andrizzi ha logrado construirse con cuatro largometrajes en cuatro años un lugar no menor en el circuito de festivales. Más allá de su simpatía personal y de su capacidad para las "public relations", ha llamado la atención con una polémica propuesta como Iraqi Short Films (construido en base a material de propaganda de fundamentalistas islámicos) y En el futuro, que le permitió participar y luego ganar un premio (el Queer Lion) en Venecia.

Al Lido volvió (y fue nuevamente galardonado) apenas 12 meses después con Accidentes gloriosos, una película en la que redobla la apuesta ambiciosa y experimental de En el futuro. En este caso, son 9 extrañas historias diseminadas en poco más de una hora de metraje, acompañadas por una omnipresente y grandilocuente narración en off a cargo de Cristina Banegas.

Choques de autos (inevitable la referencia a Crash, de David Cronenberg / J.G. Ballard), clubes pornos, rutas nocturnas, parques de diversiones, quirófanos, cartas y dibujos son algunos de los elementos que Andrizzi (con la colaboración del dramaturgo danés Marcus Lindeen) mixtura en una película que bebe de muchas otras fuentes: la pintura, el teatro y, sobre todo, de la literatura.

Fantástica, onírica, surreal, Accidentes gloriosos se arriesga con efectos visuales bastante artesanales (no hay prurito aquí en caer en el artificio) para mostrar, por ejemplo, a un hombre volando sobre un zoológico. Más allá de cierta solemnidad, la película consigue por momentos climas visuales y dramáticos subyugantes. Si hay algo que queda claro es que Andrizzi tiene muchas ideas y un nulo prejuicio o miedo al ridículo. Es un artista que se juega, que arriesga y que, en muchos casos, termina ganando.