Academia de vampiros

Crítica de Rodrigo Chavero - El Espectador Avezado

Seguramente habrán leído o escuchado algún anticipo acerca de "Vampire Academy" (en fílmico), a instalarla como un mix entre "Twilight" y "Harry Potter", con algunos elementos de "Mean Girls" y "Underworld". Bien. Todo eso es cierto. Lo cual implicaría, que si alguno de esos títulos te gustaron, serías el público potencial para ver este nuevo trabajo de Mark Waters. Claro, no todo es tan simple porque si bien el eje se nutre de estas influencias, lo cierto es que el resultado final está un poco lejos de todos ellos, en busca de un universo propio, más complejo que los anteriores.
Aunque, como te das cuenta (excepto la saga de Vampiros que estelarizaba Kate Beckinsale), el punto común es la vida en la secundaria, los amores (correspondidos o no), los problemas con la autoridad y la amenaza exterior fuerte y cruel. Hora entonces de un nuevo intento de la industria para crear una franquicia frondosa y taquillera que captara esa esencia.
Recordemos que "Vampire Academy" es una serie de seis libros exitosos de Richelle Mead (entre 2007 y 2010), en las que apuntaba a seducir al público joven americano. Incluso hay un spin-off de la misma, "Bloodlines", de otros cuatro más con la misma temática. Y esta, es su llegada a la pantalla grande en una adaptación escrita por el hermano del director, Daniel Waters.
Rose (Zoey Deutch) y Lissa (Lucy Fry) abren la película vagando por el mundo real. Se escaparon de la Academia Vladimir (una secundaria un poco especial!)y tratan de vivir una vida normal como adolescentes. No lo son, desde ya.
El guión en tres pasos (más o menos), nos explica como funciona su mundo: hay tres clases de criaturas en él, los Moroi, vampiros simpáticos con poderes mágicos y potencialmente "buenos", los sanguinarios Strigoi, malos e insaciables, cercanos a la tradición donde son lo oscuro de ese universo y los Dhampir, protectores de los primeros. Esta última "raza" es lo extraño de la historia. Son una especie de guardianes personales de los Moroi. Cada uno desarrolla un "lazo" y protege con su propia vida la seguridad de la casta más elevada de la etnia. Son entrenados para dejar la vida, literalmente, por sus asignados.
Un sistema de castas, cuanto menos, particular.
La cuestión es que las vacaciones por el mundo exterior se les termina rápido a las chicas y son traídas de vuelta a un instituto muy parecido a Hogwards (más de lo que nos gustaría) por el más hábil de los cuidadores, Dimitri (Danila Kozlovsky). Luego del reto por haber huído de manera tan imprudente, vuelven a su vida dentro de los claustros. Allí, todos estudian para progresar en sus habilidades. Los Moroi y los Dhampir, los Strigoi recordemos que no tienen vacantes aquí.
La trama, una vez que se instala allí, nos traerá historias simples de affairs adolescentes, bullying, amistad y duro entrenamiento (mágico y físico). En ese sentido, el conocimiento de los hermanos Waters sobre esta edad, ofrece simpáticos momentos apoyados en el gran carisma de Deutch, quien es el centro neurálgico de la historia: hace mohínes, grita y gesticula para ganarnos por cansancio.
Pero hay una amenaza externa e interna sobre la Academia y las chicas deberán resolverla si no quieren que termine con la vida de Lissa, quien es el objetivo de los acosadores.
"Academia de vampiros" sigue bastante lineal a su libro original y en su versión cinematográfica, explora con mayor detenimiento las emociones a la hora de relacionarse con el sexo opuesto y lo condimenta con algo de sangre y vampiros sexies y jóvenes. Deutch y Fry tienen cierto entendimiento que funciona, aunque todos los secundarios (mal elegidos Gabriel Byrne y Olga Kurylenko, en dos roles que no les sientan) conspiran para que la tensión se sostenga. Al no haber "química" entre dos amantes en el borde (al estilo "Twilight") ni un enemigo de fuste como Lord Voldermort (trademark de "Harry Potter"), sólo queda el espíritu de rebeldía que emana de una estudiantina clásica y previsible.
Eso si, habrá escenas de acción, alguna secuencia hot (aunque casi como humorada) y la mirada habitual de los Waters sobre el mundo teen: camaradería, traición, envidia, celos.
Es mucho más digerible que otros productos de su especie. Entrega un rato divertido si no tenés mayores expectativas y sube un punto si tus sagas favoritas son de este tipo. Discreta pero quizás, con ganas, vale una mordida.