Academia de vampiros

Crítica de Pablo Raimondi - Clarín

Tibio examen de sangre

Otra película -light- que reúne colmillos, amor y magia para público adolescente. Las protagonistas son dos chicas de 17 años.

Como si fuese el Colegio Hogwarts, de la saga Harry Potter, pero en versión vampírica, llega otro filme de colmillazos, amor, magia... bah, más de lo mismo para el público adolescente, pero con la diferencia de darle un marco académico. ¿A la facu? ¿Qué enseñan? No se aprecia mucho en este filme de Mark Waters (Chicas pesadas), aunque se sabe que en la Academia St. Vladimir hay que quemarse las pestañas para acumular poderes y derrotar a los strigoi, upires inmortales y de gran potencia. Los de verdad.

Los chupasangres “light” llegan con los dhampir, guardianes mitad humano-mitad vampiro, que deberán velar por la seguridad de los moroi, la raza más pacífica. Sin fuego, ni ganas, los vampiros estudiantiles se alimentan del fluido humano de donantes que colocan su brazo en mesas de extracciones Ni luchan por el vil fluido. ¡Qué herejía!

El filme gira alrededor de dos jovencitas de 17 años, la morocha, Rose Hathaway (Zoey Deutch), quien verá a través de los ojos de la princesa Lissa Dragomir (la blonda Lucy Fry) cuando ella esté en peligro. Y buscará protegerla.

Comparar este filme con Crepúsculo es una falta de respeto. La saga creada por Stephenie Meyer se toma en serio -o al menos eso aparenta- el argumento. Sus personajes tienen una identidad definida y roles bien marcados. No hay confusión. En Academia... hay una amalgama de personajes tibios, similares, que pelean confundiéndose entre ellos. Hasta los muchachos son delicados y luchan de igual a igual con las chicas.

En esta película hay varios pasajes en los que los protagonistas parecen reírse de sus actuaciones (sobre todo entre Rose y Lissa), como si fuese una pseudoparodia embebida en un filme “serio”. Si se lo ve como un recurso descontracturado, se puede perdonar, pero si se toma a rajatabla y hay que desmenuzar las ideas del filme, Academia... se hunde sin piedad por su vacío de ideas. Las chicas podrán embobarse con el imperturbable porte del ruso Dimitri Belikov (Danila Kozlovsky) y los muchachos aullar por los pronunciados escotes de Rose.

Y, aunque usted no lo crea, habrá segunda parte que promete más colmillazos, poderes y oscuridad. Así que a cuidar esos cuellos. Y ojos.