Abraham Lincoln: Cazador de vampiros

Crítica de Matías Orta - A Sala Llena

¿A quién se le ocurriría mezclar personajes históricos reales con monstruos de la cultura popular? Al escritor Seth Grahame-Smith. Primero lo hizo en Orgullo y Prejuicio y Zombies, extravagante reinterpretación de la obra de Jane Austen, que espera su adaptación al cine. Sí llegó a la pantalla grande la versión de su siguiente libro, y producida por Tim Burton: Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros.

Mucho antes de dedicarse a la política, Abraham Lincoln (Benjamin Walker) presenció el asesinato de su madre. Consumido por la culpa y la rabia, busca al homicida, que resulta ser un chupasangre. Y uno de miles: tienen su base de operaciones en el Sur del país, donde esclavizan a gente de raza negra y se alimentan de ellos. Entrenado por Henry Sturges (Dominic Cooper), un misterioso y algo libertino caballero, y armado con su fiel hacha bañada en plata, comienza a masacrar no-muertos a diestra y siniestra. Pronto descubrirá que la palabra es tan o más fuerte que la violencia, y ascenderá hasta convertirse en el primer presidente de los Estados Unidos por el partido Republicano. Pero los seres de las tinieblas están dispuestos a dar batalla, y Lincoln no tendrá más remedio que retomar la cacería en persona.

El título hace pensar en un delirio, y lo es, pero de una manera atípica. El director ruso Timur Bekmambetov le imprime su estilo, que puede disfrutarse en sus films Guardianes de la Noche, Guardianes del Día y Se Busca: secuencias de acción tan inverosímiles como sorprendentes (incluye persecución a través de una estampida de caballos), cámaras lentas, personajes con una cualidad inusual de la que deben hacerse cargo... Detalles que hacen pensar, si no en una comedia, al menos en un producto decididamente trash. Pero no: tiene un tono melancólico, trágico, con un rigor histórico bastante cuidado. Los más terribles episodios de Norteamérica en aquellos tiempos (la esclavitud, los enfrentamientos entre el Norte y el Sur) están justificados por la nefasta influencia de los bebehemoglobina. Por extraño que parezca, esta combinación de chifle sobrenatural y seriedad funciona milagrosamente bien y nunca deja de ser entretenida.

Los vampiros de esta historia son un poco diferentes. Se mueven a la luz del día y no pueden matarse entre ellos, así que deben acudir a mortales para lograrlo. A la hora de combatirlos, se usan armas hechas de plata.

Benjamin Walker sale bien parado en su primer papel importante. El parecido con Liam Neeson no es casual: su debut cinematográfico fue interpretándolo en una versión joven en Kinsey, el Científico del Sexo, dirigida por Bill Condon, director de La Saga Crepúsculo: Amanecer 1 y 2, que incluyen vampiros. A su vez, el actor irlandés estuvo por encarnar a Lincoln en el inminente biopic de Steven Spielberg, pero fue reemplazado por Daniel Day-Lewis, otrora candidato a hacer de Drácula en el film de Francis Ford Coppola. ¿Vieron cómo todo tiene que ver con todo? El resto del elenco, cumplidor. Siempre hay que destacar a Mary Elizabeth Winstead, nueva joven musa del cine fantástico y amor imposible de todo nerd contemporáneo. Aquí es Mary Todd Lincoln, la fiel y sufrida esposa del presidente.

Abraham Lincoln: Cazador de Vampiros es un inusual mash up que, sin alcanzar nunca niveles de genialidad, sirve para distraerse un rato... y fantasear con otras mezclas extravagantes. ¿Sarmiento contra los licántropos? Ahora les toca a ustedes.