Aballay

Crítica de Iván Steinhardt - El rincón del cinéfilo

Después de todo lo hablado a nivel mediático sobre el estreno de “Aballay, el hombre sin miedo” prefiero andar con pies de plomo para no caer en el facilismo de utilizar referencias que deriven en confusiones. No estoy de acuerdo con el término Western (*) Criollo o Gauchesco. Me gusta hablar de Cine Gauchesco a secas, vale decir sobre una temática que refiera historias protagonizadas por seres humanos del mundo rural, considerando la buena cantidad de producciones nacionales que la han abordado a lo largo de nuestra historia cinematográfica. Sin embargo, está claro que al realizador Fernando Spiner le gusta mucho el Western de acuerdo a la estética que eligió para su película.

Respecto del cuento de Antonio Di Benedetto, que toma como referente el proyecto, el guión de “Aballay, el hombre sin miedo” sólo está inspirado en dicha narración, por cuanto excepto por la corta escena con el sacerdote, la decisión del protagonista y el desenlace, poco queda del relato y de su estructura original. Por cierto, esto no reviste ninguna característica negativa; pero es bueno saberlo si usted espera encontrarse con una adaptación textual..

“Aballay, ...” comienza, en algún momento y lugar indefinido de la Argentina en el siglo XIX, con una escena donde un grupo de bandoleros asalta a disparo limpio una diligencia cuyos integrantes van cantando la “Marcha “San Lorenzo”, como quien va cantando el hit radiofónico del momento. Una vez consumado el robo, el líder del grupo, Aballay, degüella a un hombre ante la mirada horrorizada de su hijo, de unos 12 ó 13 años, escondido en el vehículo, quién es descubierto por el asesino estableciéndose entre ambos un juego de miradas intensas, profundas, de expectación, fría, silenciosas, que anticipan brillantemente lo que sucederá diez años más tarde.

Julián, ya crecido ha dejado la ciudad para ir en busca de la venganza. Lo elementos visuales del principio suponen una aventura parodiando ciertas convenciones, razón por la cual el rigor histórico se puede pasar por alto (gauchos con revólveres y armas largas, o la mencionada canción). Hasta la banda de sonido recuerda composiciones de Ennio Morricone y Luis Bacalov. Pero luego, de pronto, la realización toma un giro muy serio apuntando al objetivo de Spiner: mostrar que la violencia y la venganza la sufre tanto el que la recibe como el que la provoca. Es entonces cuando la atención sobre la dirección de arte cobra otro tipo de análisis.

Pero no quiero olvidarme de lo principal. “Aballay, ...” es una producción bien realizada y muy entretenida, que se apoya en elementos técnicos muy bien logrados, particularmente la fotografía en los planos generales, y la compaginación que nunca decae en la marcación del ritmo ni abusa de la duración de los planos.

Un párrafo aparte para las brillantes actuaciones de Pablo Cedrón, componiendo un Aballay duro, sólido, que logra trasmitir credibilidad respecto a los cambio de conducta que se operan en él, de Moro Anghleri, cuya Juana llega al espectador por su ternura y sinceridad, Gabriel Goity, animando al cura cuya prédica franca opera como disparador en Avallay, y especialmente Claudio Rissi quien logra la composición de un villano (El muerto) de colección.

Otro acierto que aporta, son las sub-tramas propuestas por el guión. Apuntalan muy bien al relato principal y no deja cabos sueltos como a veces ocurre con grandes producciones.

Una realización nacional que sobresale de la media a la que estamos acostumbrados, y un buen disparador para que nuestros cineastas se anime a abordar el cine gauchesco sin temores. Si es por la historia argentina, hay material de sobra para trabajar. ¡Ojalá!

(*) wéstern. Voz tomada del inglés western, ‘género cinematográfico ambientado en la época de la conquista y colonización del Lejano Oeste’ y ‘película perteneciente a este género’. Se pronuncia [guéstern] y su plural es wésterns . Para el segundo sentido se recomienda usar con preferencia la locución española película del Oeste: «Las viejas películas del Oeste siguen vivas» (Diccionario de la Real Academia Española).