Aballay

Crítica de Isabel Croce - La Prensa

Convivir con la violencia

El filme de Spiner está basado en el cuento de uno de los mejores escritores de nuestra literatura, Antonio Di Benedetto. Aballay fue escrito en la cárcel, donde injustamente se condujo a Di Benedetto el 24 de marzo de 1976 y de donde salió hacia el exilio, diecinueve meses después, torturado y destruido.

Extraña historia ésta del gaucho malo que mató a un hombre y obsesionado por la mirada del pequeño hijo del muerto, que lo vio cometer el crimen, busca aplacar la culpa aislándose del mundo en la grupa de su caballo. Aunque la mirada en el filme es la del chico, que luego adulto, busca venganza, el filme de Spiner respeta al autor, recreando el género western en una original obra, donde se tocan John Ford, Peckinpah, Demare, Fregonese y los cangaceiros de Glauber Rocha.

A través del relato, el espectador es testigo de una historia que alude a la épica nacional entrelazando aventureros y héroes, caudillos y villanos, gauchos buenos y malos, que se pierden entre mitos populares, capaces de entroncar lo peor y lo mejor del argentino.

CULPA Y REDENCION

Filme donde la culpa genera la acción, la violencia el camino, "Aballay" es un itinerario hacia el absurdo de la muerte y la redención.

Con la maravilla geográfica tucumana como fondo, la cámara disfruta de la naturaleza y los planos generales en escenas donde se juegan pasiones en primer plano o persecusiones despiadadas. Si el degüello original opera de reminiscencia de un período histórico sacudido por tonadas como "La Refalosa", la conversión del villano en Santo por la penitencia equina, observada por el pueblo es forma ingenua de la religiosidad popular.

"Aballay" es un western telúrico, donde la tierra carece de leyes y en la que los hombres luchan por su casa y su cosecha. Si la perfección formal deslumbra, hay que felicitar al director de casting (Laura Berch), que encontró exactos rostros y exactos actores. El del notable Pablo Cedrón, elegido desde el comienzo por el director, la revelación del estupendo Claudio Rissi, como el gaucho malo, la sensible Moro Anghileri y el joven Nazareno Casero.

Nueva aproximación al tema de la identidad nacional, Fernando Spiner ("La Sonámbula") ofrece una mirada nueva de un género olvidado, apoyado por la cuidada fotografía de Claudio Beiza, la dirección de arte de Sandra Iurcovich y la música de Gustavo Pomeranec.

Spiner cuenta que Aballay se rodó en Amaicha del Valle y que el cacique y los indios de la zona celebraron la fiesta de la Pachamama con bendicionesa a la película, mientras que el mismo Spiner trajo objetos que su admirado Hugo Fregonese ("Pampa Bárbara"), usara en vida. Si estas prácticas ofician de rito mágico, algo de eso fluye en esta inspirada película argentina.