AB

Crítica de Fernando Sandro - El Espectador Avezado

Hace una semana decíamos frente al estreno de El rostro, de Gustavo Fontán que hay directores dispuestos a desafiar al espectador, a llevarlos cada vez más al borde de lo subjetivo, de lo puramente personal y abstracto. Las mismas exactas palabras podrían usarse para el prolífico Iván Fund quien en tan solo seis años se da el lujo de realizar una película por año a la altura de grandes y consagrados; cada una con su sello grabado a fuego.
AB es un film co-dirigido por el danés Andreas Koedfoed, casi un ensayo cinematográfico. Su cerrado título tiene varias acepciones, desde la más básica y literal de ser la primer letra del nombre de sus dos protagonistas; cada uno de los dos segmentos en que se divide este largometraje; o más interpretativamente los puntos en dos líneas que juegan a cruzarse o seguir su camino paralelo, puro juego matemático.
Las dos mujeres son Arita ( o Araceli Castellanos Gotte) y Belencha (o Belén Werbach), que viven en el interior de Entre Ríos, ahí en un no tiempo permanente en el que su amistad parece permanente y eterna. Ellas son marcadamente distintas lo cual no parece modificar en nada su amistad, aunque se nota que la B pareciera seguir a la A.
Ellas son jóvenes y se nota, actúan como si eso fuese a perdurar toda la vida, pero en cada uno de los dos fragmentos de esta ¿historia? ¿documental? (qué importa) veremos que no es así.
En la parte A la acción se rige por el simple hecho de que la perra de B tuvo cría y las chicas caminan el pueblo esperando encontrar adoptantes para los cachorros; mientras A planea migrar a la ciudad y B la mira desde atrás parece apoyarla pero no acompañarla, o quién sabe.
Esta primera entrega, primer corto, o cómo sea, expresa el mayor naturalismo, la veta documental y real de AB.
Cuando comience B nos sorprendemos con la voz en off de B contándonos su búsqueda espiritual, el recorrido por conventos quizás en busca de un futuro, y ahí las dudas que había en A se cerraran, los caminos serán más paralelos que perpendiculares.
Sus métodos narrativos también son diferentes, B no apuesta a un relato tradicional; lo primero que sorprenderá es el uso del 3D para ganar campo visual y profundidad. La estructura no es regular como lo fue en A, se apuesta a la lírica para que acompañe aquel camino místico y de autodescubrimiento de B.
Así, diferentes como son, A y B los dos segmentos, las dos amigas se complementan y forman un todo raramente homogéneo.
Pero claramente no estamos frente a un film para un público que busque un mero entretenimiento, por momentos, ambas partes parecieran no avanzar hacia ningún lado, como si fuese una sóla premisa que se acaba rápido (pese a la escaza duración del conjunto). Fund y Koedfoed supieron “disfrazar” bien lo que sería una historia sencilla y sin grandes ribetes con un aura magnética y a la vez confusa.
Si se logra penetrar la coraza que los directores armaron para su pequeña obra puede resultar un film onírico e interesante, mayoritariamente, en su juego emotivo de una amistad que juega a perdurar pese a que sus dos partes parecieran tomar caminos diferentes.