75 habitantes, 20 casas, 300 vacas

Crítica de Juan Carlos Fontana - La Prensa

El pincel que habla y tiene muchas cosas para recordar

El director Fernando Domínguez tiene una afinidad especial con la pintura de caballete, porque su cámara es capaz de extasiarse con las imágenes que pinta el artista plástico Nicolás Rubió.

"75 Habitantes..." refiere a un ciclo en particular de la vida de Rubió, quien durante la Guerra Civil Española, se refugió con su familia en Vieilles, un pueblito de la Auvernia francesa.

Nacido en Barcelona en 1928, Rubió luego de su infancia en Francia, se trasladó a la Argentina y acá vive desde hace muchísimos años.

En su taller, Rubió decidió dedicar parte de estos últimos años a pintar lo que vivió, escuchó y lo impresionó, durante su infancia en Vieilles.

Mientras pinta en su taller, cuenta anécdotas, recuerdos y a través de ellos, va definiendo las costumbres de una época en ese aislado pueblo de Francia.

RETRATO INTIMISTA

El director hace un retrato en extremo intimista del artista. Casi todo el tiempo, la cámara se detiene en la mano del pintor y las pinturas terminadas. Se incluyen unas pocas y viejas fotos del lugar que se retrata, pero a lo que apunta el documental es a dejar que la pintura hable por sí misma.

El que ve la película por momentos quisiera ver más fotografías de Vieilles y poder confrontarlas con la obra terminada, a veces ese fenómeno se produce y a veces no.

Lo cierto es que seguir las imágenes del artista desde que ubica su bastidor en el caballete, traza las primeras líneas a las que luego le añadirá el color del óleo, por momentos resulta algo monótono.

Es cierto que a veces se prefiere no conocer la "cocina" de los artistas, sino su resultado, en "75 habitantes..." coinciden los dos aspectos. No obstante al ver la película se tiene la sensación que el lugar adecuado de proyección del filme sería el de un museo, donde un público más afín al arte, podría establecer una mejor y más marcada empatía con Nicolás Rubió.